viernes, 24 de diciembre de 2010

Y que sea especial

Me hallo en Madrid. Esta tarde anduve de compras y, entre compra y compra, me llevé un regalito. En Fnac, en busca de libros para los peques de la casa, vi el libro que llevaba tiempo queriendo leer La cúpula. Claro está que no me lo quisieron comprar ya que mi afición a leer no es muy conocida, de hecho, yo tampoco la conozco, pero quiero leer ese libro sea cuando sea. Bueno, entre libro y libro vi un best seller. Es lo único que leo. Se llamaba Singles. Me ha llamado mucho la atención, así que lo cogí y pedí que me lo comprasen. Dicho y hecho.

Hasta hace un ratito estaba leyéndolo. Es muy divertido y me ha hecho plantearme algunas cosillas.

Dice que hay que tomarse lo de estar soltero como una opción más y no como una desgracia. ¿Desgracia? La alegría con la que me levanto yo cada día de decir a quién conoceré hoy. Lo fantástico que es hacer lo que te apetece de verdad sin tener que dar explicaciones a nadie. Que hoy quiero salir, pues salgo; que me quiero emborrachar hasta perder el conocimiento, pues me emborracho; que quiero conocer a tres chicos en una noche pues les conozco sin ningún problema ni cargo de conciencia. Qué feliz soy yo siendo soltera. Además que no tienes que aguantar broncas sin motivo, ni compartir cama, ni perder el tiempo pensando en qué estará haciendo... Todas esas cosas que agobian y que, más tarde, interceden en otras más importantes en tu vida.

Aunque, por otro lado, también tiene su lado negativo. Hay días que te dan ganas de bajar a la calle y pasear y, ¿a quién llamas? Él nunca diría que no, tus amigos siempre tendrán mejores cosas que hacer que ir a pasear y más si es contigo. ¿Y cuando lloras? Sí, los amigos están ahí pero ellos también tienen sus cosas y no siempre quieres aguantar las lágrimas de otro. Mas estos motivos pueden ser sustituidos por un mejor amigo, de esos que SIEMPRE están a tu lado, pendiente de ti.

Los motivos que jamás podrá suplir ese amigo son distintos de la amistad. Es... por qué no llamarlo amor. Qué bonito es el amor cuando es correspondido. 

La verdad es que nunca lo he conocido, pero he llegado a semi hacerlo. Eres capaz de ver lo perfecta que es esa persona incluso recién levantada con cara de haber pasado toda una noche de fiesta. Al amigo sí que le recuerdas que lo primero que debería hacer es usar un poco de antiojeras.

¿Y los pequeños detalles? Cuando es de verdad, lo que más aprecias son esas pequeñas cositas que hacen todo sea tan maravilloso. Algo tan pequeñito como una simple palabra. Una palabra de esas que nos gusta oír, de esas que te hacen especial durante los segundos que tardas en escucharla. Creo que en este "mundillo" es lo que hace que la relación sea única entre esa persona y tú.

Para mí, los regalos materiales sobran. No son ninguna muestra de amor pero a todos nos hace ilusión recibir presentes...

Y me planteo, ¿por qué queremos compartir el resto de nuestra vida con esa persona tan especial y no con un mejor amigo o un familiar? También he tenido tiempo para encontrar la solución. Ni con tu mejor amigo ni con un familiar mantienes relaciones. Por más vueltas que le dé, es lo único que se me ocurre. Puedes convivir con un follamigo pero, si es así, es más que eso, ya compartes algo más que la cama.

Por último, mi idea de vida feliz es poder formar una familia enorme, con un montón de pequeñajos y, claro está, esa persona realmente única que haga sentirme especial por estar a su lado. 

Dicen que cuando conoces al amor de tu vida, el tiempo se detiene, y es cierto. Lo que no dicen es que cuando se vuelve a poner en marcha, lo hace aún más rápidamente para recuperar lo perdido. (Big Fish)

Yo digo que, cuando sabes que esa persona es la que buscas, lo descubres en el primer momento que la miras a los ojos. Ves que hay tantas cosas en común que te da hasta miedo pensar que empiezan a aflorar eso que llamamos sentimientos.

En fin, el día que llegue a descubrir toda esa magia, supongo que dejaré de escribir sobre desamores y me dedicaré a pensar en qué estará haciendo esa persona. Hasta ese momento, disfrutaré siendo soltera con quien quiera, como quiera y donde quiera.

Amor no es rutina, amor no es distancia, amor no es la herida que nunca se sana. Amor no es te quiero si no es con el alma si ya no es sincero. No es amor. (La Sonrisa de Julia)

martes, 21 de diciembre de 2010

Entre capullos

Qué día más extraño. Me levanté con las anginas muy inflamadas, todo por culpa del café que no me dejó dormir. Hace un par de semanas vi que si abría la ventana y refrescaba la habitación me costaba menos conciliar el sueño. Anoche no funcionó. Eran las 4.15 y seguía dando vueltas. Tenía un montón de revistas de ASAJA y me entretuve con ellas hasta que me agobié pensando que tenía que descansar algo, que el despertador sonaría en apenas tres horas. Finalmente, dormí.

A las 9, tras haber retrasado un par de veces el maldito let's go que suena cada día, me levanté incapaz de abrir los ojos. Me pesaban como jamás me habían pesado. Y aún necesitaba tiempo para repasar mi examen...

Salí tarde de la habitación y llegué puntual a mi examen. Increíble. Eso ha sido lo más interesante de hoy... o no.

Mi rechazo repentino a las redes sociales se truncó. Necesitaba comunicarme. Y entonces apareció él. Ese chico al que tan pronto quiero como no me importa nada. Me ha pedido un trato pero, después de vacaciones. No sabía de qué hablaba, no me cuadraba nada. Entre líneas, he conseguido leer la palabra "compromiso".

Compromiso, nunca una palabra me dio más miedo que esa hoy. Yo que siempre he estado buscándolo y ahora me da tanto pavor.

Parece la historia de un cuento de princesas. Desde el primer día que nos vimos, sabíamos que había algo. Algo que nos atrae demasiado. Realmente él nunca ha sido lo que yo he buscado. Ahora que se plantea dejar todo y empezar la historia conmigo, soy yo la que tiene dudas. No sé qué hacer. Bueno, sí que sé lo que voy a hacer: esperar a que vuelva otro chico perfecto, porque ya he descubierto que los hay.

Llegan y se van fugazmente. ¿Por qué no estar más atenta esta vez y no dejarle irse? Mamá siempre dijo que algunas se quedan solteras de tanto esperar a ese príncipe azul, pero yo voy a retar su dicho. Si funciona, seré feliz de por vida.

No hay nada que me dé más miedo que la soledad. El día que se vayan todos y me quede sola, ¿qué voy a hacer? Seguramente ser una cobarde e irme con ellos de la manera que sea.

Por otro lado, ha vuelto. Él ha vuelto. No he sabido cómo reaccionar, qué decirle. El rencor me hizo actuar así. No quiero volver a confiar en quien me ha hecho sentirme como me sentí. Volvemos a los sentimientos. ¿Quién ganará esta batalla esta vez?

Y aun así, no dejo de pensar en él. Es imposible no mirarle cuando está enfrente de mí y recordar todos los buenos momentos que pasamos juntos. Evito pasar por el sitio donde siempre nos veíamos. Hay días que viste los pantalones que me gustaban tanto y me planteo si lo hizo pensando en mí o simplemente fue casualidad. Tonta de mí...

En fin, he hablado de tres personas distintas en mi vida y ninguna me convence ni me llena ni me conviene. Esta vez será el tiempo el que ponga las cosas en su lugar. Yo, desisto.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Tuli... pán

No sé qué pasa hoy. No puedo mirar los folios más de cinco minutos seguidos. Quizá sean los caprichos de hoy: no he podido resistirme al café con leche calentito acompañado de tarta de queso y arándanos.

Mañana es el examen. No hago más que leer "base imponible" y "hecho imponible" y sigo sin saber de dónde proviene cada concepto.

Por mi cabeza pasan diez mil cosas y más aún después de descubrir tantísimas cosas más esta pasada cena de Navidad. No hago más que preguntarme "¿y si...?". La respuesta está más que clara. Actué como debí actuar desde mi juicio, aunque en realidad no haya servido de nada. Cometí un par de locuras que jamás me había planteado pero, ahí están. Procuro no arrepentirme de nada.

Agradezco el momento en que alguien me enseñó que la vida no es camino de perfección, que los errores son los que dan esa pizquita de alegría, eso que te hace continuar y corregir esa equivocación. Si hay algo que últimamente hago fatal, es evitar lo inevitable. Mi lema "ojos que no ven, corazón que no siente" no puedo llevarlo a cabo. Sé que si no lo veo, más tarde, alguien me lo contará. Mi propia curiosidad hará por satisfacerse. Después vendrán las consecuencias. Mi acentuada sensibilidad a los hechos que me rodean pueden causar que no levante cabeza durante más de una semana, algo que posiblemente fuese impensable hace unos años.

¿Por qué esta sensibilidad ahora? Hay días que recuerdo las horas desperdiciadas en la consulta de un psicólogo; me siento perfectamente cuando alguien es capaz de escucharme prestando atención, cuestionándome preguntas que me duelen, sacando todo lo que llevo guardado y que quizá nadie quiera saber de eso salvo esa persona tan lejana y a la vez tan cercana en esos instantes. Solamente tengo un mal recuerdo de ello. Considero que realmente no sirvió para nada. Todo sigue como antes, solo que ahora he aprendido a poner la cara que quieren que ponga y que siga guardando ese tesoro tan valioso como son mis sentimientos.

Sentimientos. Esos que alguna vez dan la cara y otras tantas son incapaces de mostrarse. Nunca sé cuando es la hora de enseñarlos. Si es temprano, porque es muy pronto. Si es tarde, porque ya pasó el momento. Quizá llevo el letrero de inoportuna y no me había dado cuenta. Espero algún día descubrirlo.

No es que me siente mal por todos mis fracasos. Me siento peor cuando me confiesan que yo no fui culpable de ellos. Encontrarte con lo que llevas toda la vida buscando y que no puedas mantenerlo. Eso es lo que me duele de verdad. Darse cuenta de que cada canción que escuchas, posiblemente ya la haya escuchado; que cada noticia que lees, ya la habrá criticado desde tu mismo punto de vista; que cada vez que mire la hora también se acuerde de ti al igual que haces tú. El tiempo pone a cada uno en su lugar y, si tu lugar es aquí, yo seguiré esperando.

Tan solo me queda decir que todo lo que he intentado conservar, se escapó de mis manos como si de agua se tratase. Mi gatita que tanto quería desapareció a la vuelta de vacaciones, mi plantita muere por momentos con sus hongos, mi mejor amiga huyó cuando "toqué" sus cosas, la persona que más quiero se fue sin reconocerme por su enfermedad... En fin, el perder todo eso te hace más fuerte, con más ánimo para levantar la cabeza, aunque en el momento no tuviese valor para dar un paso hacia adelante.

Hoy, soy fuerte, escondo mis lágrimas y la sonrisa nunca desaparecerá, pase lo que pase. Ya se sabe que hay quién podrá enamorarse de ella...

lunes, 13 de diciembre de 2010

Mamá, te quiero

No sé qué ha pasado hoy que me ha venido un paquete de alegría. Creo que sé quién ha sido...

No me quedé, no aguanté. Volví a casa dándole una sorpresa a todos. Me encantó escuchar "María, ¿¡qué haces aquí!?". Y aún no he hablado que de camino a casa ya me habían propuesto un plan divertido para la noche. He descubierto que volver a casa y recibir los mimos de mamá y papá hace milagros.

Cené kebab que hacía mucho tiempo que no comía. La fiesta fue genial y la compañía muchísimo mejor.

Pero, en realidad, quería hablar de los cariñitos de mamá... Es la mejor madre del mundo, confirmado. Esta mañana tenía todas las sábanas en el suelo y me las colocó para que no pasase frío. Además, hoy comimos muy tarde porque habían estado de acto, pero ella ya nos tenía preparada la comida por si se nos ocurría levantarnos. A veces parece que no nos conoce, sabe que si no nos llama a comer, no nos levantamos de la cama. También ha sido ella la que ha propuesto traerme de nuevo, quería ver las luces que le había contado.

Cómo la quiero. No sé qué haría sin ella. Aguanta todas mis conversaciones estúpidas, me lava las camisas las veces que haga falta con tal de que no quede ninguna mancha, me hace mi comida favorita (que ni yo misma sé cuál es), me da besos de buenas noches y, encima, me arropa y me arremete las sábanas para que esté mucho mejor.

Y hablando de mí. Estaba exfoliándome la cara, cuando iba a echarme la mascarilla y por equivocación volví a coger el exfoliante, con lo cual tengo la cara más limpia que nunca, ahora, totalmente blanca, aunque no por mucho tiempo.

En fin. Seguiremos mirando hacia delante, echando mano de los que están al lado.

Es la primera vez que escribo algo relativamente alegre, increíble.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Mi energía negativa

Jueves, ya viernes. No sé qué le pasa a mi Chlorophytum pero últimamente anda igual que yo. Está muy decaído, no levanta cabeza. No sale de una cuando ya está metido en otra.

Anoche salimos y no pude evitar lo inevitable. Unas cuantas copas hicieron que me lo tomase a risa aunque en el fondo ya se sabe que la procesión siempre va por dentro. Lo intenté disimular pero era imposible aguantarme las ganas de decir algo. Aún así, me callé, agaché la cabeza como hago todos y cada uno de los días que me pasa.

Salí con bronca y volví... Bueno, volví que no es poco. Es más, acabo de llegar. Creo que esta tarde me iré a casa. Apenas llevo aquí un día y ya quiero volver. Esto no es normal. No sé qué pasa, no me entero de nada. Tendrá razón cuando dice que soy un poco bipolar. ¿Un poco? Yo lo afirmaría muy convencida.

El tiempo acompaña para echarse a llorar. No soy capaz de hacerlo, pero optaría por abandonarlo todo y empezar de cero en cualquier otra cosa. Estoy completamente desmotivada. Quisiera dejar la carrera, la residencia, mi casa, mi familia, mis amigos... Una segunda oportunidad, como quien dice. En fin, no soy tan valiente para ello. Sigo confiando en que algún día sacaré valor no sé de dónde y realizaré todo lo que planeé, todo lo que siempre quise hacer y nunca llegué a ello.

Me arrepiento mucho de haber pensado siempre en los demás y nunca en mí, de actuar porque ellos estarían orgullosos si hacía eso y no porque yo fuese feliz. Es tarde para ello, pero sé que, si he llegado a este punto de darme cuenta de ello, también seré capaz de plantarle cara y decir hasta aquí aguanto. No sé cuándo llegará ese día. Estoy cansada de todo y de todos. En unas horas, después de haber meditado, pensaré que todo esto sigue siendo algo difuso.

Se me pasan un millón de cosas por la cabeza. Lo más sencillo es echarme a llorar y seguir con esto. Empezaré a tomar medidas pronto, sacar eso que está ahí y echarle valor...

Podría decir más, y ganas no me faltan, pero considero que es desnudarme demasiado. Algo tengo que conservar, aunque sea la poca dignidad que me queda.

Hoy solo hay bruma y yo soy miope, muy mala combinación. Creo que lo mejor será irme a dormir. No sin antes decir que... El que calla, otorga.

En fin, me voy a casa.

martes, 7 de diciembre de 2010

Yo lo llamo "día-ciprés"

Es un día extraño el que acaba de terminar. No ha ocurrido nada que merezca la pena nombrar, salvo que volví a degustar tarta de Santiago, mi favorita.

Utilicé todo el agua caliente esta mañana cuando me duché, además, me arreglé el pelo con delicadeza. Lo enjaboné y eché un poco de suavizante, para salir a la calle y recogerlo porque realmente no me apetecía llevarlo suelto. El arroz tan típico de todos los días festivos no hizo mucho por alegrarme el día, aparte que el cordero de hoy no estaba de mi agrado. Me dispuse a hacer la maleta. No aguantaba ni un solo minuto más en casa. 

Los comentarios de la comida fueron como puñaladas para mí, aunque a ellos les pareciesen nada más que un par de minutos de chistes, sin gracia. Parece ser que no me habrán dolido tanto cuando he optado por quedarme un par de días más aquí.

Suena "Castillos de naipes" que tampoco hace por motivar el día. En mi vida tampoco ha cambiado nunca nada. He decidido coger los apuntes y empezar a estudiar. ¿Gana de ello? Ninguna.

Los montones que tenía de ropa opté por recogerlos. Únicamente quedan las bolsas de aseo y un par de zapatos. Solo pensar que me esperan un par de semanas así... Creo que soy la única persona que está mejor fuera de su propia casa que en ella. Qué triste.

La mascota ya no tiene ninguna diversión para mí. La música es tan repetitiva... Podría decir que esta es la conclusión de un día pésimo. Siempre me quedará la esperanza de decir mañana será otro día...

martes, 30 de noviembre de 2010

Su planta preferida

Me pellizqué más de una vez para saber si esto era cierto o es que seguía soñando. Bonita canción.

Realmente hoy no sé qué tratar, pero tengo ganas de escribir algo. Algo profundo. Tan profundo que salga de lo más adentro. Creo que ya sé...

Recuerdo que hace unos dos años tuvo lugar el día más triste de toda mi vida. No sé si algún día llegaré a sentirme con tanta necesidad como ese día. Se iba de mi lado la persona que más he querido, quiero y querré.


No habrá nadie que supere todo lo que ella me ha dado. Era como mi segunda madre, bueno no, era una madre especial, mi madrina. No todos pueden presumir de tener una madrina tan maravillosa como la mía.


Me peinaba, me daba para merendar aceite en pan con sal, me compraba los manteles que hacía con papel y tijeras, me ofrecía la paga del domingo, me regalaba bragas cada cinco de enero, me compraba Coca- Cola, me sonreía, me quería... Hasta el último día.

Me molestaba mucho tener que cuidar de ella cuando estaba enferma aun así, me gustaba mucho cuando esbozaba una pequeña sonrisa de complicidad que jamás olvidaré. Ella era única. Se enfadaba conmigo y yo era la que lloraba. No porque el enfado, porque a los diez minutos ni se acordaba de que se había mosqueado, sino porque ella ya no sabía con quién lo hacía. No me reconocía. Esa sensación sí que es la peor de todas, tener a alguien a quien quieres más que a nada y que no pueda acordarse de que nunca te fuiste de su lado.

Cada noche pido porque, donde quiera que esté, se encuentre mucho mejor de lo que ha estado con nosotros. Hay días que la necesito como a nadie y solo saber que ella no volverá, hace que el mundo se me caiga encima. Creo que desde que se fue no he vuelto a ser la misma.

Vuelvo a casa y sé que no está, que no me recibirá con su pelo de peluquería que le gustaba tanto enseñarme. Mi madre optó por darme su pijama pero no tengo el valor de ponérmelo sabiendo que ella también lo tuvo puesto en un momento de su vida.

Duermo en la misma cama que ella dormía los últimos días y es imposible olvidar la lata que daba porque no quería irse a descansar. Su casa, su cocina, su armario, su bote de azúcar, su frigorífico, sus zapatos, su peine, su espuma, su anís... Ahora solo son recuerdos, pero hubo un día en que fue real y yo tuve la oportunidad de vivirlo. Con ella.

Y si tengo valor para levantar la cabeza y seguir adelante es por ella. Algún día será el reencuentro y espero que no tarde mucho en llegar.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Cambio radical

Yo también defendía ideas con las que no estaba de acuerdo. Hace unos cuantos años escribí...

Para mí, los cánones de belleza son una tontería. Una persona bella es la persona que se siente perfecta, aunque para la sociedad tenga algún kilo de más y su corte de pelo no sea el más moderno. La estúpida moda de pasar por el quirófano y retocarse una parte del cuerpo que no nos gusta conlleva tener un problema mental y si el triángulo de la salud establecido por la OMS no es equilátero, puede que en un futuro ese pequeño cambio realizado altere nuestras vidas de manera incomparable al complejo que teníamos.

Este cambio en la sociedad que cada vez aumenta más y causa mayores problemas, especialmente en los adolescentes y los trastornos alimenticios, nos lleva a una sociedad estética, donde solo importa la apariencia; la sociedad del consumo, para aparentar más de lo que somos…

Hablando de trastornos alimenticios, considero que el programa Cambio radical, es uno de los principales problemas que tenemos. Todo es tan fácil y maravilloso como pasar por un quirófano y ser perfecta, pero yo me planteo: ¿realmente existe la perfección? Una persona que se siente perfecta, es perfecta y si se siente perfecta consigo misma, no hay ni problemas físicos ni psicológicos.


Los adolescentes ven el programa y como aún no son personas con mucho uso de razón, que se dejan influir por todo, al observar que según la televisión ser perfecta es tener una nariz pequeña, una dentadura blanca y colocada a la perfección, un montón de maquillaje que engaña al espectador y un montón de cosas más que llevan al adolescente a mirar se en el espejo y pensar que quieren ser como la persona que han operado, llegando a dejar de comer para adelgazar, vomitar u obsesionarse con la comida.

Este problema está demasiado presente en esta sociedad, muchos adolescentes lo ocultan y realmente uno no se da cuenta de lo que le está pasando hasta que los conocidos te dicen que has adelgazado e incluso, que te digan eso, te hace sentirte mejor, como que has conseguido lo que te propones.

Estos trastornos pueden llevar a la muerte y, por tanto, son muy peligrosos y más en este tipo de personas débiles que se dejan llevar por la sociedad.

La cirugía estética no es milagrosa. Con el paso del tiempo la piel que colgaba vuelve a colgar y, personalmente, vivir para mejorar mi aspecto físico no es vivir. Solo son preocupaciones por cremas, maquillajes, productos de belleza en general, que por mucho que los usemos un día nos tocará morir y todos esos ‘’potingues’’ no habrán servido para nada, solo para gastar nuestro dinero y vivir bajo la presión social.

Pero para los cirujanos es un gran negocio. Si yo fuera uno de ellos, estoy segura de que también trataría de captar a la gente para que se opere. Es mi trabajo, mis beneficios y como cualquier persona necesito comer y pagar gastos. Me parece muy normal que todo el día en televisión con los anuncios de Corporación dermoestética nos bombardeen con modelos ‘’perfectas’’ que ni siquiera han pasado por el quirófano, son así por naturaleza, no están retocadas, pero las personas que lo vemos nos imaginamos el cambio asombradas. ¿Cómo una persona que antes pesaba más de ciento cincuenta kilos pese sesenta de la noche a la mañana?

Todos esos productos, máquinas para adelgazar, cremas que te dejan la cara muy suave… la gran mayoría son un engaño la sociedad obsesionada con la apariencia física los compra y cuando descubren la estafa, ya no hay a quien reclamar y aún así seguimos confiando en que algún día hará algo. Este "boom" ya no está únicamente dedicado a mujeres con complejo de pecho, ahora todo el mundo tiene a mano el poder cambiar su imagen, desde personas que acaban de cumplir los dieciocho años hasta gente mayor de ochenta. Se gastan millonadas en "volverse perfectas" y la cirugía es como un vicio: una vez que empiezas con ese complejo que tanto te atormentaba, sigues buscándote más para poder "perfeccionarlos" y convertirte en una muñeca Barbie.

La sociedad está cambiando muy rápidamente en este aspecto y nadie hace nada por evitarlo, al contrario, unos se benefician en dinero pero la gran mayoría perdemos en salud, tanto física como mental.

El físico predomina sobre lo psicológico. Ser una persona muy inteligente con cinco carreras es mucho menos importante que ser una modelo de un famoso diseñador. Por lo pronto, si la persona inteligente no tiene un buen puesto de trabajo, la modelo ganará muchísimo más dinero que la otra, además de salir en revistas, en televisión y dejar su imagen como la mejor, mientras que la que es inteligente se tiene que conformar con lo que le toque.

Tenemos que valorar la personalidad, la inteligencia y todos esos aspectos internos que no son apreciables a primera vista. Realmente son los únicos que deben importar. Si eliges una persona horrorosa interiormente, seguro que el día de mañana cuando la piel empiece a arrugarse y salgan todos esos signos de la vejez prefieres cambiar. Sin embargo, si escoges una persona bella por dentro, que sea inteligente, que sepa hablar y con la que te entiendes, estarás orgulloso el resto de tu vida por haber sabido elegir a la persona que con el tiempo envejecerá pero su personalidad seguirá ahí, no cambiará e, incluso, mejorará como los buenos vinos.

Una vez que hayamos conseguido cambiar la mentalidad de toda la sociedad, las personas vivirán sin complejos porque se sentirán perfectas solo por el hecho de ser un ser humano y tener esa capacidad de uso de razón que hemos adquirido. Así desaparecerán muchas de las enfermedades mentales y podremos seguir evolucionando de la manera que queramos, la que realmente nos gusta, sin sentirnos mal vistos por los que nos rodean.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Exámenes

Malditos exámenes. Llega un momento en tu vida en que te acostumbras a ellos. Unas veces salen bien, otras salen mejor, otras fatal y otras... Mejor no hablar de esas otras.

Es lunes, en cuestión de 7 horas me examino. Ya no tengo nervios, se me olvidaron el día que sabía que no iba a ser capaz de sacar más de un 1 en un examen de química aunque, en realidad, sí que pasé del 1, obtuve un 1.01. Una vez descubres que suspender no es tan malo como lo parece dejas ese miedo atrás.


"Soy de los mejores de clase, el que mejores calificaciones tiene". Sientes terror a decepcionar a esa persona que tanto admiras

"¿Cómo voy a ser capaz de suspender su asignatura? ¡Si es de mis favoritas!" Frase que nos hemos repetido una y mil veces y termina sucediendo, suspendes. Tienes vergüenza a que el "tonto" de clase haya estudiado más que tú y encima lo demuestre..

"A mí no me supera ese", pero termina haciéndolo. En lo que tú has tardado una hora en memorizar, él estuvo tres, pero tú no tienes esa fuerza de voluntad para estar sentado sin levantar la cabeza de los apuntes más de hora y media. Será la falta de costumbre.

"O tu carrera es muy fácil o eres muy inteligente". Dudan de tu inteligencia, por Dios. Reconoces que apenas has estudiado pero vas a aprobar y con nota.

"La materia es fácil, son pocas las notas que tomé en clase". Tratas de autoconvencerte pero, en el fondo sabes que la noche anterior te la pasarás empollando como si fuese la única asignatura de la carrera que te quedase.

"Aquel lo lleva peor que yo". Te consuelas viendo que no vas a ser el único que va a suspender. Hay compañeros que están peor preparados para ello.

"Llevo toda la calculadora llena de chuletas". ¿Y si la profesora no te deja usarla? ¿Y si se da cuenta de que sabes escribir libros para gnomos?

En fin, es tarde y necesito descansar.

Que sea lo que Dios quiera.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Tan sólo palabras

Sábado, mejor dicho, domingo. Altas horas de la madrugada y yo soy incapaz de dormir. Me abruman pensamientos. 

Aunque dejé la alarma para despertarme temprano, fui incapaz de desarroparme y levantarme a estudiar. Es algo que me ocurre muy a menudo. Así pasa, que a la hora de dormir solo puedo dar vueltas recordando historias pasadas, actos que me hubiese gustado haber hecho en su momento y que ahora no tengo el valor de hacerlo. Además, ya se sabe que con el tiempo los errores son más difíciles de solventar.

Creo que ahora sería lo suficientemente valiente como para coger el teléfono y llamarle contándole lo mucho que me cuesta hoy dormir, pero pensándolo mejor, es demasiado tarde para hacerlo. Él piensa en alguien y ese alguien sé que no soy yo. Él no aguantaría tanto tiempo sin saber de mí si aún le siguiera importando. En el fondo me alegra saberlo. Cuando la relación es imposible es necesario que uno de los dos diga "basta" pero yo soy demasiado cobarde para eso. Es la segunda vez que me pasa.

Dicen que el roce hace el cariño y yo me encariñé más de lo que debía. No tengo fuerza para levantar cabeza y pasar a su lado sin sentir todo mi cuerpo templar recordando que un día sus labios estuvieron rozando los míos. El día que sé que coincidimos ese día es especial. Procuro que mi imagen sea perfecta, que sea de su agrado, que sea la que él ha querido ver en mí y que nunca le mostré. Intento crearle envidia de no poder estar conmigo, aunque dudo mucho que eso sea real, puesto que, como me conoce lo suficiente, sabe que con solo una mirada estaría dispuesta a tirar todo lo que había levantado en su ausencia.

En fin, también traté de olvidarle con un sustituto, incluso con dos. El primero fue capaz de hacerme sentir nueva otra vez, pero no le convencí. Él no estaba dispuesto a seguir adelante con lo que acababa de empezar. Todo parecía perfecto: conversaciones que daban miedo de todo lo que compartíamos y que antes no habíamos descubierto. No lo sé. Soy tan impulsiva que a veces me dejo tanto llevar... Cayendo en el error de ir demasiado deprisa y aparentar lo que realmente no soy. No me arrepiento. Quienquiera que sea ha decidido que los hechos sucediesen así.

Un año ya y parece que fue ayer la primera vez que me paró en seco, donde comenzó todo. Cada vez que paso por "nuestro" sitio me es imposible no recordar todos los sentimientos que se me escapaban como si no pudiese controlarlos. Quizá nunca llegó a sentir lo mismo que yo, pero hubo momentos que jamás cambiaría.

El día más especial apenas me dejó dormir. España se acababa de proclamar campeona del mundo. Estaba estudiando cuando recibí una llamada. Eran casi las 2 de la mañana. Tenía mi último examen de recuperación en apenas unas siete horas. Me vestí y corrí para que una amiga me contase lo que aquella noche no le dejaba dormir, algo que tenía que contar que no se podía callar. De regreso a casa, eran casi las 4. No hacía más que dar vueltas en la cama porque sabía que le iba a ver.

Llevaba apenas tres cuartos de hora dormida cuando el teléfono comenzó a sonar de nuevo. Era él. Dijo cosas que jamás había escuchado de él, cosas que pensé que nunca me llegaría a decir, justo todo lo que deseaba oír. Apenas me ablandé, solo guardaba silencio y dejaba que él siguiese haciéndome soñar despierta. No pude volver a dormir.

Tras el examen, él llegó con la camiseta que tanto me gusta y... Ese fue uno de esos días que una no olvida tan fácilmente. Algo tan mágico, algo que siempre había soñado y que no pensé que aquel fuese el día.

Y aunque fue real, en verdad fue un sueño. Palabras que para él no tenían ningún significado, cosas que uno dice borracho y de las que luego se arrepiente.

De los errores también se aprende.