lunes, 31 de octubre de 2011

La familia crece

Ya son más de tres, casi cuatro, los años que he vivido en esta residencia y parece que solo han pasado unas semanas desde que ésta se convirtió en mi segunda casa. 

La idea de seguir conviviendo con religiosas no era la que más me entusiasmaba pero en aquel momento fue la única opción que mis padres me ofrecieron. Todavía recuerdo cómo aquel domingo llenaba la maleta de ilusión y alegría por primera vez.

He tenido la suerte de "estrenar" la casa y esto me ha dado la oportunidad de conocer a muchas Religiosas de María Inmaculada, algunas de ellas de manera más efímera que otras pero todas y cada una de ellas han aportado a mi vida.

En la residencia comparto mi día a día con mis mejores amigas, pero no solo ellas han sido testigo de mis malos y buenos momentos, las hermanas también son un gran apoyo con el que cuento.

A lo largo de estos años he vivido todo tipo de experiencias, desde la estancia en Quinta Asunción hasta las noches en las que la alarma anti incendio no paraba de sonar. Sería imposible olvidar la primera cena de Navidad, la recogida de la Cruz y el Icono de la Virgen en Roma, las noches de película, los momentos de oración con las novicias, los ensayos de cantos para la Eucaristía, las distintas charlas, los encuentros con compañeras procedentes de otras ciudades, las tardes de juegos con los niños, la bisutería de la hermana Carmen, la última despedida de fin de curso...

Hoy sólo puedo dar gracias por haber conocido esta Congregación. Soy consciente de que mi familia ya no está únicamente integrada por mis padres y mis hermanos, ahora tanto mis compañeras de residencia como las hermanas forman parte de ella.

martes, 25 de octubre de 2011

A la tercera va la vencida

¡Traigo muy buenas noticias! Hace una semana formalicé mi relación con él.

Desde hace unos cuantos meses no ha dejado de darme la lata pero yo siempre tenía un "no" en la boca para él. Con todos los chicos guapos y majos que conozco y voy a salir con el complicado. ¡Lo que me cuesta entenderle!

Solo en tres ocasiones me ha dicho que me necesitaba, que quería compartir más tiempo conmigo y hasta que lo ha conseguido. Ya llevamos una semana conociéndonos y nunca termina de sorprenderme.

Él es muy exigente. Me pide que le visite nada más salir de la cama, con esos pelos y la cara de sueño, sin embargo, para nosotros es el mejor momento del día. Es cuando más cosas tengo que contarle y él se sincera conmigo. Sabe que la pereza es uno de mis puntos débiles y me lo agradece como solo él sabe hacerlo.

Alguna tarde que otra, si las clases me lo permiten, le visito a su casa y siempre está rodeado de gente que le quiere, que le necesita casi como yo. A pesar de todo, él siempre tiene unas palabras especialmente para mí.

Antes de irme a dormir le gusta que le mande un mensajito, que le escriba alguna notita y yo como buena novia que intento ser lo hago encantada.

Como quiero estar al corriente de lo que ha sido antes de estar conmigo, sus relaciones, su familia, siempre que puedo leo su diario, ése que escribieron sus amigos hace unos cuantos años. ¡Conseguirlo fue lo más fácil de todo! Y cada línea que leo me enamora un poco más. 

Él parece muy complicado para mí y en estos siete días ya he tenido ganas de dejarle. Afortunadamente, siempre está ahí su amiga para animarme a seguir adelante con la relación. Ella dice que me ve muy feliz desde que esto empezó a ir en serio. Aunque yo sigo pensando que me está volviendo loca... 

¡Ya ha revolucionado a mis amigos! ¡No quiero imaginar cuando lo presente en familia!

lunes, 17 de octubre de 2011

Tomando decisiones

Hace días que no escribo. El motivo no es que no tenga nada que contar. Todo lo contrario.

He intentado plasmar en papel lo que estoy sintiendo en estos momentos, lo que pasa por mi cabeza. Es imposible. No se puede explicar con palabras.

Llamadas de horas, mensajes kilométricos... Y apenas he necesitado una frase para decirlo.

Me siento muy apoyada en la decisión. No debería alegrarme tanto, he sabido escoger con quién compartirlo. 

El tiempo corre y no sé si tener prisa o tomarlo con calma.

Pero de esta semana no pasa, decidido.

martes, 11 de octubre de 2011

Porque muchos son los llamados...

Llevamos un par de días preparando el que será el gran día de Fátima, nuestra compañera de residencia.

Fátima se instaló en la residencia inaugurando el noviciado de nuestra casa reformada. Después de tres años de formación está dispuesta a dar el siguiente paso, hacer los votos temporales.

La residencia está revolucionada. Las hermanas van corriendo de un sitio para otro, apenas hay tiempo para ensayar los cantos de la ceremonia y mañana empezaremos a acoger a sus familiares y amigos.

Desde que el viernes volví a casa apenas he visto a nuestra compañera. Comentan que está de retiro, se ha ido a reflexionar, a orar... 

La maestra de novicias, la hermana Marta, nos contaba esta misma tarde que había hablado con ella y entre nervios y alegría solamente le había dicho: '¡Ya ha llegado el día!'. 

Entre tanto jaleo, las demás nos hemos puesto de acuerdo para comprarle un pequeño regalo.

Cuando volvía de clase, en la misma puerta de la resi me encontré con Sara, una compañera que apenas pasa de los diecisiete años y no tiene muy claro qué hacer con su futuro. Tenía que hacer unas compras y le pedí que me acompañara. Después le propuse pasar por la librería religiosa y preguntar a la dependienta cuál podría ser el regalo perfecto para Fátima.

Llevan unos cuantos meses con la tontería de que yo seré la próxima novicia y como tampoco lo desmiento, al contrario, les sigo el juego, mientras caminábamos Sara me ha preguntado con sus mejores intenciones:

- María, ¿quieres ser monja?
- No... Bueno... No sé... ¿¡Por qué me preguntas eso!? ¿Y tú?
- Yo tampoco lo sé.

No he sabido qué responder y, por suerte, ya estábamos en la puerta de la librería dispuestas a entrar.

Tras ver la colección de libros, santos y demás que allí había, salimos más confusas de lo que entramos. En la puerta tuvimos unos minutos para continuar la conversación.

Sara me decía que quería ir a catequesis para confirmarse pero que el sacerdote de su pueblo se había negado a darla para solo dos niñas y, como pudimos, no tardamos en buscar solución. 

De vuelta a casa, la hermana Marta nos esperaba en el oratorio para nuestras reuniones semanales. 

Continuamos con el tema del gusto, pero esta vez no hemos necesitado saborear bombones ni gominolas. Hemos dado gracias por el gusto de llegar a casa y abrazar a la familia, el gusto de encontrar gente con las mismas inquietudes...

"Si tienes fe en Dios, asume el compromiso de ser cada día más bueno, más humilde, más justo, y podrás cumplir todos los compromisos adquiridos. Él te apoyará y nunca estarás solo."

lunes, 10 de octubre de 2011

La parte negativa

Este fin de semana estuve en las fiestas del pueblo de mi tío, un pueblo que apenas pasa de los cien habitantes y que se puede multiplicar por tres en estos días. Allí tengo unos amigos con los que he pasado este par de días.

Tras el primer contacto parecía que todo iba a ir como de costumbre, pero algo se traían entre manos.

- ¿Fuiste a la JMJ?
- Sí
- Con que tú eres una de esas de las que si el Papa le dice... blablabla

En cuanto vi que la conversación no me interesaba, me escaqueé como pude, aunque ellos tenían ganas de seguir provocando.

- Yo estuve en la manifestación laica.
- Pues qué bien
- Y hubo uno que...blablabla

A mi lado salió una chica que le continuó la conversación y solo llegué a escuchar:

- ¿De verdad estuviste en la manifestación?
- No, pero un amigo sí estuvo y me ha contado... blablabla

Después de esta conversación, si puede llamarse así, no volvimos a hablar en toda la noche, ni tan siquiera una sonrisa de complicidad cuando nos rozábamos bailando al ritmo de la orquesta. No sabía que tanto le afectaría mi presencia en la Jornada Mundial de la Juventud.

Pensaba contarle lo bien que me lo había pasado, alguna anécdota o cualquier tontería de esos días, sin embargo, me sentía como si mi afirmación hubiese sido algo espantoso. Fue en ese momento cuando decidí irme a casa, aquél no era mi sitio.

Una vez en la cama recordaba el par de horas que había compartido con mis padres, mis hermanos y un amigo de la familia al que fuimos a visitar y que vive en la residencia que tienen las Hermanitas de los Pobres en Los Molinos.

Aquella casa era enorme, todo rodeado de naturaleza y casi en la misma falda de la sierra. El amigo nos contaba que aquel lugar iba a destinarse para el noviciado y tuvo que cambiar su función porque solamente tenían tres novicias para un edificio de tales dimensiones. Decía que las mandaban a Francia, que allí había muchas más.

Nada más bajar del coche me dieron ganas de decirles a todos que me quedaba, que quería quedarme allí, que aquel lugar estaba hecho para mí. A mí que me encantan las historietas de las personas mayores y pasar el día en su compañía...