martes, 29 de noviembre de 2011

Cara a cara

Ya he empezado a hacer la maleta.

Sí, es verdad que el miedo ya ocupa bastante lugar y es difícil encajar la confianza. Es posible que en el último momento decida dejarlo en el armario.

La ilusión está escondida debajo de la incertidumbre. A veces, me da vergüenza mostrar tanta seguridad contigo.

La tristeza ni la he sacado de la caja, dudo mucho que me sea útil estos días. La felicidad la llevaré puesta, me han dicho que allí hará frío y mejor será ir abrigada. Además, creo que también tendré a mano la esperanza que nunca se sabe.

Nostalgia será lo que traiga de allí. Es posible que compre algo de decisión y algún paquetito de impaciencia.

Espero no olvidarme de la humildad para cambiarla por la soberbia, que me viene muy grande.

A la familia como recuerdo les traeré alguna sorpresa y a los amigos, caramelos de respeto.

Está casi hecha la maleta... ¡Tan sólo me queda comprar los billetes directos a Buitrago!

martes, 22 de noviembre de 2011

Felicidades

La vuelta a casa ha estado cargada de sorpresas. Apenas acababa de dejar la maleta en la habitación y ya tenía tarea por hacer.

La hermana Ana me invitó a la renovación de votos que ha sido durante la Eucaristía de esta misma mañana. Infortunadamente, una de las hermanas tenía turno de portería y alguien debía cubrirla para que ella también pudiese renovar con la comunidad. Cómo no, la hora que he sustituido ha estado llena de anécdotas.

La primera sorpresa del día ha sido encontrar a la hermana Marta sentada con una sonrisa de oreja a oreja sabiendo que hoy sería un gran día. En cuanto he ocupado su lugar, he recibido la primera visita del día y a mí nadie me había informado de lo que debía hacer en estos casos.

Por más que le he dicho a la mujer que las hermanas estaban en Misa y que hasta las diez no podrían atenderla, ella ha preferido quedarse sentada alegando que no tenía nada que hacer en su casa y que en la calle hacía mucho frío. Ha sido la primera de tantas personas que hoy nos visitaban en busca de un carro lleno de comida o un empleo.

Mis compañeras no paraban de salir a la calle dispuestas a comenzar una nueva semana de clases. Alguna, incluso, ha tenido el detalle de hacerme compañía durante unos minutos.

Nada más finalizar la Eucaristía, la hermana Carmen se acercó a relevarme. Me abrazó, me dio un par de besos y la felicité. Después me ofrecí para quedarme allí unos minutos más si era necesario, total, no tenía nada importante que hacer. Y se marchó a desayunar con el resto de comunidad, no sin decir "que Dios te lo pague" acompañado de un abrazo más sentido que el anterior.

Para terminar la mañana, el último en visitarme fue el fontanero que venía a desatascar unas cuantas duchas. No tenía la más mínima idea de qué hacer con él, así que le mandé a tomar café hasta que bajase la hermana que supiese a dónde mandarle. Por suerte, no pasaron más de diez minutos cuando la hermana Desamparados llegó para quedarse. 

Aún no me había ido cuando el fontanero volvió y la hermana Cándida ya atendía a todos los que allí esperaban.

Solo ha sido una hora y he tenido las anécdotas más interesantes de todo el día. 

Me encantaría pasar tantas horas como pasan algunas de las hermanas para tener un millón de cosas más por las que dar gracias al finalizar el día y pedir por aquellos que lo necesitan.

martes, 15 de noviembre de 2011

Como el alfarero

Hoy ha llovido pero ha sido un día radiante. La lluvia, a pesar de caminar bajo el paraguas, ha sido una bendición.

No terminaba de convencerme pero lo hizo. Esta vez le costó trabajo aunque volvió a seducirme.

Sólo unas horas de silencio, unos minutos de escucha, unos segundos para caer rendida de nuevo.

Modelando arcilla, enseñando lo poco que sé, orando con doble fin, compartiendo anécdotas...

La noche iba de despedidas y la he convertido en una bienvenida. 

Me siento bien, muy bien. Ésta es mi casa, ésta es mi familia. 

Sólo Tú, sólo yo y para siempre.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Bon, je suis...

Monique es mi vecina de pasillo, tan solo nos separa una habitación. Siempre coincidimos en el comedor, ella recoge los platos sucios mientras yo estoy comiendo pero hay tiempo para intercambiar sonrisas de complicidad. Apenas lleva viviendo dos meses en España y le cuesta hablar castellano aunque lo entiende casi a la perfección. De todas las prenovicias que han ido llegando estos meses es la que lleva la ropa más alegre y colorida, la que más llama la atención.

Esta misma tarde, mientras Ana, mi compañera de carrera, se apropiaba de mi ordenador en mi habitación, alguien golpeó la puerta. Pensé que estaríamos hablando muy alto y molestábamos o cualquier otra cosa parecida. Estaba totalmente equivocada. Quien esperaba tras la puerta era Monique.

La invité a pasar a mi habitación. Permaneció de pie, quieta, a la vez que observaba cada detalle del cuarto. Le pedí que se sentara en mi cama y yo, a su lado. Ana no tardó en salir corriendo de allí cuando Monique nos contaba el motivo de su visita... ¡Ella solo buscaba charlar!

Se arrancó confesando que quería perfeccionar su español. Lleva dos meses de clases intensivas pero la mayoría de veces solo trabaja la expresión escrita.

Monique viene de Burkina Faso, país africano donde la lengua oficial es el francés, y gracias a Dios me defiendo un poco con ella. Me contaba que tiene seis hermanos y vivía muy bien en Augadugú, aunque Ciudad Real también le gusta mucho pero no tanto el frío que hace estos días en la calle. Cuando más se ha explayado ha sido explicando lo que hace día a día, así, yo también he aprovechado para enterarme discretamente de lo que es la vida en el prenoviciado.

He tenido la oportunidad de enseñarle el significado de "echar de menos" o "echar en falta". Ha sido muy divertido cuando preguntaba, por ejemplo, si en la mesa faltaba un tenedor ella tenía que "echarlo de menos". También aprovechó para decirme que "saludara" a mi madre de su parte que nos interrumpió llamando al teléfono, a lo que tuve que aconsejarle que mejor era "dar recuerdos" de su parte. Ella apuntaba ilusionada todo lo nuevo que aprendía en una pequeña hojita de papel.

Me ha contado que estudió para maestra, que en alguna ocasión tuvo ganas de volver a su casa y que después de hacer oración cuando comparte lo vivido con las demás se limita a dar gracias a Dios para no complicarse con el idioma. Su comida favorita en España es la tortilla de patatas, aunque no sabía que estaba hecha con huevos de gallina, de hecho, se ha sorprendido muchísimo.

Preguntaba si podía venir a verme cada domingo en su hora de tiempo libre y así seguía practicando la expresión y oral y yo, encantadísima con la idea, la he invitado a venir cuando quisiera, tanto lunes, como martes, miércoles... la hora que mejor le viniese y el tiempo que ella estuviese dispuesta a compartir conmigo.

No sé si Monique solo se ha limitado a mejorar su castellano pero yo he disfrutado muchísimo de la compañía. Necesitaba sonreír, llevaba unos días malos y el ángel morenito que Dios me ha enviado ha sido la mejor medicina. Por cierto, mañana hemos quedado de nuevo para seguir "practicando español".