jueves, 30 de junio de 2011

Futuro incierto

Es la segunda vez que hoy intento escribir algo. Quiero hacerlo y no puedo. No sé qué contar. No porque no tenga nada que decir, tengo muchísimas cosas que compartir pero no encuentro las palabras adecuadas.

Está siendo una semana complicada a nivel personal. Tengo una gran preocupación y otras más pequeñitas, a pesar de haber terminado de estudiar por este curso.

Entre las menos importantes destaco la que, espero, finalmente se solucione el viernes. No sé si aún puedo decidir si el próximo curso me quedo donde estoy o empiezo un nuevo proyecto. Si puedo optar al nuevo, supongo que no se plantea mantener el actual.

Sea lo que sea, los dos son motivo de cambio. Ambos me motivan, aunque uno me da más miedo que el otro.

Continuar lo que dejo a medias apenas deja de ser novedoso pero la idea de tener un poco más de independencia me gusta. Además, tendría mucho más tiempo libre.

Por otro lado, cambiar de ciudad me suena mucho mejor, aunque lo de la independencia mejor lo dejo para otra ocasión. Necesitaré todo el tiempo del mundo para aprovechar la oportunidad y no perder detalle. 

Asimismo, tengo mucho tiempo para organizar la nueva vida, qué hacer en un caso u otro. Quiero llevar a cabo lo que siempre he tenido en mente y aún no me he atrevido. Nunca es tarde si la dicha es buena.

Esto es lo que menos importancia tiene, ya me lo dan organizado, pase lo que pase. ¡Qué será del resto de preocupaciones...!

jueves, 23 de junio de 2011

Jugando a ser mayor

Hace unas semanas, sin motivo aparente, mi madre nos reunió a la pequeña y a mí en la cocina. Ella siempre lo hace con encanto. Aprovechó el momento en que acudimos a hablar con ella mientras preparaba la cena. 

Ese día cerró la puerta. Ya sabemos, por experiencia, que cuando hace ese gesto, significa que se trata de algo importante, sin que se entere nadie más. 

Era domingo y hubo tormenta, lo ideal para que mi padre trastease con la televisión. Mi hermano volvía del trabajo y mi hermana mayor, como de costumbre, acababa de regresar a Madrid. 

Las tres solas en la cocina, nosotras dos esperando a que hablase:

- Tengo que contaros esto pero, por favor, no lo habléis con nadie. Fulanita está embarazada.
+ ¡Anda, mamá, no digas tonterías! ¡Si esa chica no tiene ni la mayoría de edad!
- Ahí está el problema. Lo peor de todo es que el padre le dobla la edad y ¡tiene tres hijos!

Ésa fue la introducción a una serie de advertencias del tipo 'tened cuidado con lo que hacéis', 'sed consecuentes'. La pequeña volvió a sus cosas y yo seguí hablando con mi madre.

Me dio a entender que yo ya no le preocupo, que confía en mí, pero la pequeña... ¡La pequeña está compuesta por un montón de hormonas revolucionadas!

No volvimos a hablar del tema, hasta hace unos días, cuando nos anunció la trágica noticia. Sus padres decidieron que lo mejor era abortar. ¡Qué fácil solución! No supimos qué contestar.

La cara de mi madre era de indignación, la mía estaba entre sorpresa y tristeza. No entiendo cómo esos padres permiten terminar con esto de esa manera.

Quizá sea la sensibilidad que gasto estos últimos meses respecto a este tema...

Hace un año abracé con todas mis fuerzas a mi mejor amiga a la que acababan de encontrar una células que estaban de más en su cuerpo y que podrían dificultar su maternidad en un futuro. Es increíble todo lo que se te pasa por la cabeza en esa situación. Ella estaba dispuesta a ser madre en ese mismo instante, a pesar de su edad, sus estudios... Sólo quería llevar a cabo lo que siempre había deseado.

Unos meses después, soy yo la que le cuenta mi paso por el especialista. Nada grave, en principio, si se trata. La doctora sólo dijo 'tómate esto y vuelves un año después'. Volví tan contenta de haberme librado de mis preocupaciones. En casa no le dimos la más mínima importancia.

Hasta que una tarde, hablando por teléfono con mi hermana mayor, contando el diagnóstico, ya que ella es médico, subió el tono de voz y empezó a preguntar lo que aparentemente no tenía ningún sentido.

- ¿Comes bien? ¿Estás segura? Bueno, allá tú, yo ya te he avisado. Y no te sorprendas si luego tienes dificultades para ser madre.

Vivía en la total ignorancia. Reviví lo que hacía unos meses me contaba mi mejor amiga y te cuestionas todo lo que muy seguramente ella pensó.

Por este motivo me disgusta que se trate la vida como se está tratando, como si fuese un juego en el que reinicias la partida cuando lo has hecho mal. Somos muy egoístas al deshacernos de lo que nos estorba para seguir sin esa carga unos años más. Sin pensar en las consecuencias, en los daños que presenta para la salud ahora y lo que pueda venir después. Si fuésemos un poco más consecuentes... Sin embargo, nos divertimos siendo unos irresponsables.

También conozco el caso de una madre adolescente que afirma, completamente segura, que lo mejor que le ha pasado en la vida es su hijo. Es complicado dejar de ser una niña de la noche a la mañana, mas la recompensa es incalculable.

Unas se acuestan llorando porque no pueden y otras lo hacen porque no quieren.

martes, 21 de junio de 2011

Vale la pena

Hacía un par de semanas que no cogía la bici. Me daba mucha pereza eso de salir sola y darle vueltas a la cabeza, pero lo necesitaba. En cuanto mi padre dijo que la rueda desinflada estaba lista, ni me lo pensé dos veces.

Llamé a mi prima, no terminaba de convencerme de que necesitaba intimidad. Alguien quiso que ella no se viniese. Me llevé una libreta y un bolígrafo. Mi intención era sentarme a orillas del río y escribir lo que había estado pensando la hora anterior de paseo. No pudo ser. Con esto de llegar el verano, todos han desempolvado sus bicicletas, ¡incluso piraguas!, y yo quería algo más de soledad. Así que, guardé todo lo que fue pasando por mi mente y voy a soltarlo todo de golpe.

No sé si porque iba sola o porque sabía que tenía que reflexionar, no me he fijado ni en las vides, ni en si habían recogido ya el cereal o si las cebollas habían crecido desde la última vez. No he levantado la cabeza. Sólo lo hice para ver un pastor y su rebaño y la cuesta tan inclinada que me esperaba.

Tuve un pequeño incidente con un agricultor. Pasaba viendo los flamencos y me adelantó. Hasta aquí nada extraño. Unos metros más adelante, el coche del agricultor se detiene. A pesar de llevar lentillas, mi miopía no me dejó ver que junto al coche había un perro bastante más grande que yo. El agricultor dijo que seguramente sería un perro vagabundo, que no me preocupase, no me iba a hacer nada. Imagino que al ver mi cara de espanto supo qué era lo que tenía que decirme. 

Si me hubiese encontrado completamente sola en esa situación, seguro que habría sido capaz de volver a recorrer la hora y cuarto que llevaba encima, en vez de continuar el camino en el que apenas quedaban unos veinte minutos para llegar a casa. ¡Menudo ángel me ha puesto en el camino!

Y esto ha sido hoy, no me atrevería a contar a todos los angelitos que he ido encontrando a lo largo de estas más de dos décadas de vida, y en estos últimos meses con más intensidad.

En realidad, yo quería contar cómo elegí mis estudios universitarios, en comparación a mi estado actual. Allá voy.

Recién empezado el último curso de instituto tenía muy claro que en un futuro quería trabajar como fisioterapeuta. Quizá lo que me echaba para atrás fuesen las notas, aunque no iba muy desencaminada, de hecho, las notas finales fueron mucho mejor de lo que esperaba por entonces. Un día, mejor dicho, una noche, en la cama, pensando qué hacer con mi futuro, me planteé que bien podría estudiar Fisioterapia pero si no conseguía ser ingeniero, como desde niña siempre había querido, tendría esa espinita clavada de por vida. No era de extrañar, teniendo una hermana médico y un hermano enfermero, que yo también quisiera estudiar una carrera relacionada con la medicina. 

La pre-inscripción en mis manos y sin pensarlo dos veces, en mayúsculas escribí 'Ingeniería Técnica Agrícola'.

Con sus más y sus menos, estoy muy contenta de haber escogido esta opción y no la otra. No me he quedado con ganas de estudiar Fisioterapia, al contrario, voy a ampliar mis estudios de ingeniería.

Volviendo al presente, esta tarde vi un vídeo con una canción que ya había escuchado. De hecho, llevo con él en mente un par de días desde que lo descubrí. No sé si la melodía o el mensaje, o quizá los dos, han sido los culpables de que aún quiera volver a recordarlo. Me han llevado a sugerirme ¿y si...?

Si yo escogiese este camino, dejo muchas cosas atrás. Si elijo el otro, quizá llegue ese día en el que me arrepienta de una mala elección.

Sé que esto es pasajero, es la segunda vez que lo veo con claridad, pero si alguien me preguntase en este momento qué quiero, no dudaría la respuesta. 

Esto es más complicado de lo que parece. Por ahora, nadie pone impedimentos, al contrario, todo son facilidades. Todavía no he escuchado a nadie poner objeciones.

He decidido esperar a saber más sobre mi traslado el próximo curso. Si no se lleva a cabo, la respuesta es más que obvia. Si, por el contrario, puedo lanzarme al cambio, dejaré el tiempo de mi estancia fuera para la reflexión, aunque considero que es demasiado tiempo para ello.

Es muy emocionante y a la vez que complicado decidir, más aún si es algo tan importante. 

Merece la pena no tener miedo.

viernes, 17 de junio de 2011

Cambio de rumbo

Es tarde, como de costumbre. Retomo la lectura donde la dejé esta tarde. Pensamientos van y vienen por mi cabeza. Es una sensación muy desagradable no tener nada claro.

Hoy ha sido uno de esos días en los que no te apetece sonreír, sólo escuchas quejas y críticas a las que ni quieres responder. No sé si echar las culpas a las pastillas rojas o es cuestión de todo lo que está pasando últimamente.

Se avecinan cambios. Si todo sale bien, en unos meses empezaré una vida nueva en otra ciudad. En casa nadie ha puesto impedimento para que marche, al contrario, todos me animan. No importa el gasto económico ni las distancias. Mi madre decía esta tarde que prefiere darnos la herencia en vida, con un buen trabajo, asegurarnos un futuro.

Por otro lado, he estado cerca de encontrar lo que buscaba. Seguir hacia delante me hace temblar, el miedo me da inseguridad y lo único que quiero hacer es despertar un día y encontrarme donde quiere que esté. Me aterra pensar. Me conformo con ver pasar la vida siguiendo lo que había establecido antes de este mar de dudas.

¡Qué cobarde soy! Pero sólo imaginar que puede ser un error, volver a equivocarme... Diría que ésta es la tercera parada, pero no la más fuerte, ¿o quizá sí? Cuando salga a la calle, lo comprobaré.

Ya es un cúmulo de conversaciones, de sentimientos, de miedos, todo compartido. Algunos muestran firmeza y osadía, sin embargo, los débiles sólo sabemos hacer dudar a estos.

No sé si será mejor esperar o salir al encuentro. De momento, hablaré con Él esta noche y me iré a descansar.

miércoles, 15 de junio de 2011

Muchos son los motivos

Sabes que te necesita, aunque aún no sabes muy bien para qué. Intentas afinar el oído y sigues sin entender sus palabras. Solamente escuchas la llamada y aún no quieres saber el porqué.

Cada mañana te despiertas con un motivo aparente. Quizá te has propuesto unas clases, un trabajo... Y después, ¿qué hay después? ¿De verdad es esa la causa por la cuál te levantas de la cama cada mañana? ¡Qué triste!

Tiene que haber una razón mayor. 

La monotonía se puede evitar. Se puede inventar cada mañana un día distinto. No es necesaria tener una grandiosa imaginación, sólo hace falta querer hacerlo. Muy aburrido sería cumplir únicamente con tu obligación, sólo porque tienes que hacerla a cambio de una recompensa.

¿Y si esa recompensa fuese algo más que económica? Es posible. Dejemos atrás la remuneración mensual y centrémonos en la de cada día, que es un período de tiempo más breve. 

Es difícil esperar que acabe el mes de trabajo para recibir esa retribución, sin embargo, si día tras día la cobramos mediante gestos, sonrisas, la satisfacción de un esfuerzo reconocido será mucho mayor y más frecuente.

Los pequeños detalles son los que nos dan verdadera vida. Las cosas grandes sólo aparentan en tamaño, su importancia pronto se pierde, pero en las pequeña siempre permanece y es constante. Te alegrarás de recibir un abrazo aunque siempre sea de la misma persona. Esos pequeños elementos son el motivo por el que luchar día tras día.

Es curiosa esa sensación de impaciencia, de querer saberlo todo, de descubrir el sentido de nuestras vidas. Siempre se ha dicho que lo bueno se hace es esperar. ¿Y si es dos veces bueno? Si es algo tan grande como la respuesta que esperas desde la primera vez que viste la luz, no importa el tiempo. Ya la disfrutaremos.

Esto es complicado, pero nunca había gozado de tanta felicidad, y la que queda por llegar.

domingo, 12 de junio de 2011

Hacia el Fin

Hoy recordaba esa frase que tanto me gusta 'Detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer'. Ésas han sido las palabras que le ha dedicado nuestro nuevo alcalde a su esposa. No ha necesitado decir más para decirlo todo.

La primera vez que la escuché, se refería a Antonio Machado y a su mujer, Leonor Izquierdo.

Pensando, me doy cuenta de que estos dos casos, son ellos quienes desempeñan un papel importante en sus vidas pero, si no hubiesen conocido a sus respectivas, ¿qué sería de ellos? Posiblemente no habrían llegado donde hoy día se encuentran.

Seguro que cuando más lo necesitaban, ellas estaban cerca para dar ánimo, para recordar lo grandes que son, para decir las palabras adecuadas, para indicar el camino al éxito.

Nosotras nos conformamos con estar a vuestra sombra con tal de veros felices, veros triunfar. Nuestra alegría se multiplica cuando esbozáis una sonrisa. Y entre otras, os elegimos como padres de nuestros hijos. ¿Qué hay más grande que eso? Es el mejor regalo que a uno pueden ofrecerle.

Tanto el hombre como la mujer, nos sentimos vacíos si el otro nos falta. Cuando conoces a esa persona que te complementa es como si nada más necesitases. Las dos personas pasan a ser una sola, una que puede dar vida. Para dar ese gran paso de ser sólo una, debemos estar muy convencidos de ello. Ese gran paso es el matrimonio.

Matrimonio, definido como la unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales. Hemos de tener en cuenta que la finalidad de esta unión es procrear, multiplicar.

Parece muy sencillo y de fácil decisión el escoger a una persona con la que casarse y tener hijos. Es complicado cuando te enfrentas a llevar una casa, mantener un buen ambiente a pesar de las discusiones, porque somos personas y, como tales, debemos debatir y llegar a tomar la mejor decisión posible; y formar una familia conlleva unas cuantas cabezas pensantes más y gastos que en ocasiones es complicado sobrellevar.

Pero cuanto mayor es el reto, mayor es la recompensa, mayor es la felicidad.

Es complicado que la persona que te complementa sea la primera con la que comienzas a plantearte el tomar esa decisión. Para advertirlo tenemos la etapa previa, el noviazgo, donde seremos capaces de apercibir si esa persona será la que necesitamos a nuestro lado o no.

Él tiene para nosotros un Camino, con atajos, pruebas y uniones que nos llevan al Fin que nos ha preparado, la vocación al matrimonio o al sacerdocio y la vida religiosa.

martes, 7 de junio de 2011

Caminos cruzados

No sé cómo llegó a mi vida.

Nuestros caminos se cruzaron por casualidad.

Unos meses atrás, sin darme cuenta, empecé a seguirle.

Aún no le he alcanzado, pero muy grande tiene que ser para haber cambiado todo el sentido de mi vida, de la noche a la mañana, sin ni siquiera pedir permiso.