domingo, 12 de junio de 2011

Hacia el Fin

Hoy recordaba esa frase que tanto me gusta 'Detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer'. Ésas han sido las palabras que le ha dedicado nuestro nuevo alcalde a su esposa. No ha necesitado decir más para decirlo todo.

La primera vez que la escuché, se refería a Antonio Machado y a su mujer, Leonor Izquierdo.

Pensando, me doy cuenta de que estos dos casos, son ellos quienes desempeñan un papel importante en sus vidas pero, si no hubiesen conocido a sus respectivas, ¿qué sería de ellos? Posiblemente no habrían llegado donde hoy día se encuentran.

Seguro que cuando más lo necesitaban, ellas estaban cerca para dar ánimo, para recordar lo grandes que son, para decir las palabras adecuadas, para indicar el camino al éxito.

Nosotras nos conformamos con estar a vuestra sombra con tal de veros felices, veros triunfar. Nuestra alegría se multiplica cuando esbozáis una sonrisa. Y entre otras, os elegimos como padres de nuestros hijos. ¿Qué hay más grande que eso? Es el mejor regalo que a uno pueden ofrecerle.

Tanto el hombre como la mujer, nos sentimos vacíos si el otro nos falta. Cuando conoces a esa persona que te complementa es como si nada más necesitases. Las dos personas pasan a ser una sola, una que puede dar vida. Para dar ese gran paso de ser sólo una, debemos estar muy convencidos de ello. Ese gran paso es el matrimonio.

Matrimonio, definido como la unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales. Hemos de tener en cuenta que la finalidad de esta unión es procrear, multiplicar.

Parece muy sencillo y de fácil decisión el escoger a una persona con la que casarse y tener hijos. Es complicado cuando te enfrentas a llevar una casa, mantener un buen ambiente a pesar de las discusiones, porque somos personas y, como tales, debemos debatir y llegar a tomar la mejor decisión posible; y formar una familia conlleva unas cuantas cabezas pensantes más y gastos que en ocasiones es complicado sobrellevar.

Pero cuanto mayor es el reto, mayor es la recompensa, mayor es la felicidad.

Es complicado que la persona que te complementa sea la primera con la que comienzas a plantearte el tomar esa decisión. Para advertirlo tenemos la etapa previa, el noviazgo, donde seremos capaces de apercibir si esa persona será la que necesitamos a nuestro lado o no.

Él tiene para nosotros un Camino, con atajos, pruebas y uniones que nos llevan al Fin que nos ha preparado, la vocación al matrimonio o al sacerdocio y la vida religiosa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querida María:

Ya hacía tiempo que no entraba por tu blog. Me sorprendo de ver tanta sencillez cuando se habla de la vocación. Yo siempre le pongo demasiados 'adornos' a la cuestión es sí, y me acabo de dar cuenta de que es más sencillo de lo que parece.

Hace un par de semanas en Düsseldorf, escuché a Carmen Hernández que decía que la santificación no tiene porque ir necesariamente atada a una vocación religiosa, sino también a la vocación matrimonial. 20.000 personas la aplaudieron al instante. :D

Un abrazo.