lunes, 8 de agosto de 2011

Hortos

Hace unos días volvimos a ponernos en contacto. Acabamos el curso en junio y hasta ahora no hemos vuelto a dar señales de vida. Esperábamos reencontrarnos en la presentación de proyecto de fin de carrera de un compañero y ha terminado fallándonos. Ni nos avisó ni nos ha contado qué tal se dio.

Ha sido un año diferente, donde en clase nunca pasábamos de cuatro personas. Parecía complicado cuando un año más nos veíamos en Riego, donde el pobre profesor apenas sabía explicarse, pero lo conseguimos, por fin aprobamos la peor asignatura que hemos tenido. La cosa se complicó en las primeras clases de Economía, parecía que todo era muy sencillo, nos soltaban de la mano y ¡zas!, un buen tropezón que nos llevó a junio. ¡Incuso llegamos a componer una canción! Se podía escuchar antes de pasar a clase, incluso durante los exámenes: "Con Economía, a veces desespero con Economía, cuando menos me lo espero ¡Economía...!"

En Horticultura nos hemos reconocido por nuestro cultivo. Tenemos fresa y espárrago para una buena temporada. El olor a chinche tan característico nos marcó alguna clase de Fitopatología. Vimos crecer nuestros propios olivos, tanto in vitro como por esquejes. Y tendría un montón más de asignaturas por nombrar que han resultado tan aburridas que ni me apetece recordar.

Terminamos el curso con una pequeña celebración. Esa misma tarde pasamos por los despachos que aún no habíamos visitado para cerciorarnos de que definitivamente estábamos de vacaciones. Mi padre viajaba a Ciudad Real para una reunión de Cruz Roja y me acoplé a su viaje, así me ahorré la aburrida espera en la estación hasta que llegase el autobús. Si me hubiese pasado por la autoescuela...

Al llegar, me encontré con mi querido compañero de clase repleto de alegría ya que acababa de confirmar que sólo le queda el proyecto para poder llamarse Ingeniero. Tanta fue la emoción, que me abrazó y me dio unas cuantas vueltas que incluso llegué a levantar los pies. Cuando me despegué de su hombro, pudo comprobar en su camiseta blanca que mi cara estaba llena de maquillaje, la ocasión lo merecía.  En el baño intentamos solventar la situación pero parece que luchar contra una base de maquillaje es imposible. Pasó toda la noche con una buena mancha.

Él, con el hombro mojado, y yo, a su lado, salimos a por las demás. Ahí fuera estaban las otras dos compañeras que faltaban. Estando los cuatro apareció el quinto compañero. Él sí que había terminado y nos prometió avisarnos para su gran día, sin embargo, nos ha dado a entender que como compañeros no hemos sido suficientes para él.

Nuestro amigo nos aconsejó pasar por el despacho al que más visitas hemos hecho a lo largo de estos años. Ya estábamos frente a los amos de la escuela cuando a mi compañera, según ellos, aún le faltaba un examen por hacer. Imposible, ¡si aprobaron todos menos yo! Al día siguiente la avisaron de que había sido un malentendido.

En el despacho del profesor de la asignatura más aburrida de toda la carrera escuché "tu examen estaba flojo, tienes un siete". Ahora resulta que tener un examen flojo es aprobarlo con notable. Los demás salieron con unas historias bastante graciosas y sin sentido. Será cosa de la edad...

Dispuestos a comprar paramos en el supermercado. "¿Os gusta esto?" "¿Compramos aquello?" "Esto tiene buena pinta." eran las frases qué más se escuchaban. Terminamos en un compra barata y al gusto de todos. Nos permitimos algún capricho, como los kumato.

Al llegar al acogedor piso de la granadina y echarle un vistazo, nos dispusimos a preparar el aperitivo y sentarnos a charlar. El resto de tarde pasó volando. Me sentía como en casa.

Llegada la noche, nos esperaban las ricas hamburguesas a la brasa, los filetes empanados que nos habían recomendado en el supermercado y alguna cosita más. Para terminar, no faltaron los chupitos de crema de orujo, mis favoritos.

Cine, series, clase, infancia... Sin darnos cuenta, la conversación derivó, mediante la música, al karaoke. "¿Por qué no nos vamos al karaoke?"

Dicho y hecho. Eran más de las tres de la madrugada de un jueves y nosotros cantando en un karaoke de mala muerte. No pudo faltar ni 'El clavel' ni 'Duro de pelar'. Aún no me atrevo a ver los vídeos, deben ser desastrosos aunque divertidos.

Hasta las nueve de la mañana no podía volver a casa, así pues, volvimos al piso para echar una par de cabezadas, las horas que eran no daban para más.

"Tienes que coger este autobús que te dejará en tal sitio". En la vida había cogido sola un autobús de línea y, sin apenas haber dormido, no sabía si llegaría a la estación a tiempo para tomar el otro que me llevaría a casa.

Fue gracioso ver a los niños con los uniformes para ir al colegio ¡y yo pensando en mi cama!

Una vez en casa, eran algo más de las nueve y media. Mi madre llegaba de trabajar y me pedía que la acompañase a la esteticista dando un paseo al pequeño Bas. Mi intención era coger la bici y dar un paseo ya que la hora era ideal.

Después de todo, lo único que de verdad me apetecía era dormir hasta la hora de comer.

No hay comentarios: