jueves, 7 de abril de 2011

El último miedo

Hace unas semanas perdí el control de mi vida. Todo lo que había planeado desde siempre se desvaneció sin que pudiese hacer nada. El miedo que tenía desapareció pero apareció uno nuevo: la inseguridad.

Despiertas una mañana y no sabes muy bien hacia dónde te diriges. Es complicado escoger entre zapato o zapatilla, pelo suelto o recogido, maquillaje o cara lavada... ¿Camino fácil o difícil?

La vida está llena de dilemas, de muchas opciones, de caminos fáciles y difíciles y tú eres el único que tiene poder para decidir qué elegir.

Lo fácil implica felicidad a corto plazo. Es tan sencillo que lo olvidas enseguida ya que no te ha supuesto ningún esfuerzo. Sin embargo, lo complicado da beneficios a largo plazo, que pueden incluso llegar a ser vitalicios y, al suponer un gran sacrificio, se tiene siempre presente.

Nunca se olvida la nota que sacaste en ese examen que te preparaste durante tanto tiempo, ni la fiesta sorpresa que organizaste a tu mejor amigo y que te llevó tantos quebraderos de cabeza y, ¿qué me dices de ese vestido que compraste después de haber ahorrado durante unas semanas?

Los esfuerzos siempre vienen acompañados de una recompensa. Qué emocionante será el día que me gradúe y no sólo porque estarán mi familia, mis compañeros, mis amigos, sino porque tantas mañanas y tardes sentada en el escritorio evitando mirar por la ventana han dado sus frutos.

Definitivamente, acabo de darme cuenta de que he escogido lo enrevesado. Me gustan los retos y estoy cansada de conformarme con cualquier cosa. Esta vez voy a ser yo quien decida qué quiero hacer y con quién quiero estar.

Aceptaré eso de tener enemigos y seré fuerte para simplemente oír sus palabras, que no escucharlas. Me aferraré a mis amigos, a los de verdad, dispuesta a aceptar sus críticas, tanto positivas como negativas. La familia que nunca quede atrás, su apoyo es el más importante.

He dejado las botas que tanto me entorpecían este Camino y he preferido andar descalza, notar la humedad del suelo en la planta de mis pies, sentir esas piedrecitas con mayor intensidad, que no se me escape detalle de cada paso que doy.

Haré caso a lo que me dijeron esta tarde. No voy a seguir buscando, voy a dejar que me encuentre. No sé quién vendrá pero tengo muchas ganas de que llegue. Le espero con los brazos abiertos y una gran sonrisa.

No estoy sola y eso es lo mejor de esta pequeña experiencia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

:)

Anónimo dijo...

"he preferido andar descalza, notar la humedad del suelo en la planta de mis pies, sentir esas piedrecitas con mayor intensidad, que no se me escape detalle de cada paso que doy."

me siento tan identificada con estas palabras que muestras, María.

Te diré que el que busca, encuentra así que no te acomodes mucho. Tal vez aquel que tiene que venir no te llame a la puerta ;eso sería demasiado sencillo y a ti te va eso de los retos (a él también). Tal vez prefiera encontrarse contigo en un lugar más especial; así que ten los ojos bien abiertos para que no se te escape detalle de cada paso que das.

Un besiño amiga