domingo, 3 de abril de 2011

El Camino de la Vida

Como bien decía, a lo largo de estas últimas semanas he disfrutado de más puntos de vista sobre mi vida que los que ya había tenido en estos más de veinte años. Impresionante.

Siempre pensé que mi vida era un único camino que debía continuar hasta llegar al final. Pues no. Ahora resulta que hay un segundo camino que, aunque estaba muy cercano, se ocultaba entre los matorrales.

Ese segundo camino ha sido lo más importante que hasta entonces había encontrado. No es un camino fácil aunque, en verdad, ninguno de los dos son sencillos. En el primero tienes mucho apoyo, siempre hay alguien para darte esas palabrillas de aliento que te falten. En el segundo... En el segundo puedes encontrarte muy sola, refiriéndome a personas físicas, o muy bien acompañada.

Es una decisión difícil de tomar, sin embargo, continuaré con el camino que, por ahora, me es más fácil de llevar.

Voy a hablar del primer camino. Puedes sentirte sola estando siempre rodeada de gente muy cercana, tan cercana como que podrían llevar tu propia sangre. Es complicado conservar unos valores pero más complejo me parece dar con esa persona que respete y comparta esos valores.

Nunca había tenido la oportunidad de tenerlo tan cerca y a la vez tan lejos. Soy muy feliz sabiendo que él existe, que no es fruto de mi imaginación, que compartimos esa meta, esa ilusión... Pero cada vez se aleja más, poco a poco, sin que apenas pueda percibirlo.

Jamás he luchado por algo que quisiese y ahora me resulta muy complicado hacerlo por algo/alguien de lo que ni siquiera llego a estar segura; recuerdo que hay un segundo camino. Y, en lo más profundo, sé que estaría dispuesta a todo por alcanzarle ya que es lo que siempre había estado buscando, lo que siempre había querido en mi vida.

En estos momentos es cuando me planteo si debería hacer algo o sentarme a esperar si viene otro, aunque... ¿Y si no llega? ¡¡Estaré arrepentida toda la vida!! Pero sigo confiando en Él, en que tiene algo muy grande preparado para mí, que de un momento a otro me obsequiará con lo que me falta para luchar por conseguirle o me dará una pequeña señal para decirme que hay alguno más por ahí escondido, que me busca con tanta ilusión como yo le busco a él.

A veces pienso que vivo entre necios que no han sido capaces de encontrar su felicidad, que se conforman con cualquier cosa que les haga sonreír por un par de minutos. Ellos nunca sabrán cuál es esa felicidad que yo estoy buscando, esa felicidad que es eterna, ese par de minutos de risas que duran toda la vida. Cada uno que se identifique donde quiera.

El segundo camino... Repito, el segundo camino nunca lo había visto tan claro como hace unos días. Solo tuve que pedir esa señal, aunque fuese en sueños, y así fue. Hace una semana exactamente me levanté con la idea muy clara. Tuve un maravilloso sueño en el que, tanto yo como mi compañera en este camino, éramos muy felices. Apenas fueron unas imágenes pero desperté sin miedo, con mucha fuerza para llegar a casa y contar mis planes nuevos de futuro.

No, no me vi capaz. Me puse muy nerviosa mientras preparaba el bollo en la cocina cuando tenía la intención de contarlo. Esto no era tan fácil como decir "Mamá, he aprobado" o "Mamá, ya tengo director de proyecto". No, esto era mucho más complicado.

Por suerte, o por desgracia, estos días no voy a sentir la necesidad de decirlo. Este segundo camino volvió a esconderse para mí.

Y, aún así, todavía no he hablado del tercer camino. El que aparentemente está lleno de colorido, con muchas flores alrededor y un Sol que siempre brilla. Me han contado que en ocasiones hay nubarrones que pueden durar más de lo que pueda imaginar.

Das el primer paso y todo es precioso, es lo más bonito que jamás hayas imaginado. La soledad no aparece por ningún lado y todos los días son diversión e ilusión. Hasta que aparecen las nubes. En ese mismo instante, el camino se encharca, se embarra... Y es complicado encontrar la salida. Te metes en un laberinto del que muy pocos consiguen escapar.

Y, para concluir, a día de hoy solo veo una única opción. Es el camino que decidí tomar cuando dejé de mirar atrás y me centré en lo que Él me estaba ofreciendo.

Apenas podía compararlo con todo lo que percibía con lo que superficialmente era este tercer camino, pero Él me aseguró que jamás encontraría el suelo tan estropeado, ni ese laberinto del que hablaba. Me confirmó que sería feliz hasta llegar a la meta, que nunca me sentiría sola. Tendría algún que otro mal momento, sin embargo, con una sonrisa sería capaz de borrarlo.

El primer camino, el que siempre quise seguir, es el único que me planteo en este instante. Estaré atenta a la señal que Él dijo que me enviaría para saber con quién tendré que compartirlo.

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