lunes, 17 de enero de 2011

Volver a amanecer


Me encuentro angustiada, mañana hay examen. No es la típica sensación de nervios pre-examen, es algo distinto. Es como si tuviese la cabeza en otro sitio pero no sé dónde. No puedo centrarme, solo hay revuelo a mi alrededor y no es que sean horas de ello.

Madrugué, como todos estos días, y la sensación era ya extraña, intuía que algo iba a ocurrir. Todo parecía normal cuando comencé a realizar ejercicios de bombas que jamás había sabido cómo hacerlos. Esa es la cuestión "jamás supe hacerlos" y hoy, casi sin darme cuenta, los comprendí, entendía todo su significado. Era el primer paso de algo importante. Más tarde me dijeron que comíamos en familia, ¿qué más se puede pedir?

Sí, sí que puedo pedir más. Mi estómago empequeñece, los nervios lo están devorando. No entiendo por qué empieza a oler a tabaco en mi habitación. Quizá sea obsesión. Cruzo las piernas, las descruzo. Me levanto, me vuelvo a sentar. Bebo agua, me lavo la cara. Todo es inquietud. Y mañana, ¿qué nos deparará el día?

Anoche vino el sueño muy pronto y enseguida cogí la cama. Como siempre empecé a dar vueltas a todos mis pensamientos, todos los recuerdos, todas las preocupaciones que sentía en ese momento y que poco a poco me llevaron a dormirme en un profundo sueño. No sé qué hago soñando con la playa en pleno enero, posiblemente empiece a necesitarla, a requerir unas vacaciones y eso que aún no he comenzado a angustiarme o tal vez sí. Siento la necesidad de desconectar, de desaparecer por unos segundos y olvidarme de todo lo que me invade. ¿Ahora? Imposible. Necesito una disponibilidad de mi mente total y no empleo ni la mitad. 

¿Realmente tengo tantas preocupaciones? Seguramente muchas más. 

Echo de menos las noches sentada en la ventana observando la calle vacía, las farolas vacilando, los abetos vibrando al compás del viento, las banderas moviéndose, las lechuzas que aparecen y desaparecen en un abrir y cerrar de ojos y, echo en falta, la compañía. Es lo que más extraño. Esa sensación de que podrías pasarte ahí, en el escritorio, hasta el amanecer, solo te lo impide el madrugón del día siguiente. Es impensable cómo en esos momentos irrumpen tantas reflexiones, tantos pensamientos. Solo necesitas un lápiz y un papel. 

Y no, esta vez no quiero hablar de él, ni tampoco me gustaría que ella hablase. Estate callada, mira a tu alrededor y disfruta. Deja volar tu imaginación. Intenta que tu mente te haga estar en otro lugar, no conmigo, sino con quien más quieres en este mismo instante...

¿Lo has conseguido? Enhorabuena, ahora eres feliz. Esa sensación va a ser muy fugaz. Disfrútala, quizá sea la última vez que puedas hacerlo.

Despierta y vuelve a la realidad. Mañana despertaremos rodeados de los mismos problemas, la misma inseguridad. ¿Alguna vez nos libraremos de ello? Cuando una preocupación desaparece es porque otra la ha sustituido. Jamás estaremos satisfechos si es ese nuestro propósito.

En fin, mejor será que siga todos los pasos. Puede que mañana sea el día en que amanezca en otra cama, en otra habitación, en otra ciudad... Y todo lo que hoy me abruma se haya esfumado, aunque únicamente sea por unos breves segundos.

7 comentarios:

Lychz dijo...

Desde la humilde opinión de un chico enmascarado, deberías intentar ser menos fatalista, por que el mundo es aún bello y te darás cuenta, pequeña.

Anónimo dijo...

Precioso, pero no todo es malo. Los días pasan y el mundo sigue, aprobéchalo.

María dijo...

Sí, ya vendrán tiempos mejores.

Dani dijo...

para que esperar a que vengan cuando puedes ir a por ellos?

Nuria B. dijo...

Tú lo has dicho: "Jamás estaremos satisfechos si es ese nuestro propósito." No te propongas que todo sea perfecto, simplemente vive ^^

Anónimo dijo...

Estaba pensando en comentar diciéndote que intentaras no ser tan pesimista, y me he dado cuenta de que... pienso igual que tú. Y creo que eso es malo, que deberías preocuparte menos, descansar algún día, aunque estés en época de exámenes, siéntate a mirar por la ventana ya sea una hora, dos, o sean veinticuatro... y creo que deberías comerte menos la cabeza (ya, no soy la más indicada para decirte eso, porque yo soy igual o peor, pero yo voy a intentar cumplirlo, y me gustaría que tú también), no pensar tanto las cosas...
Es verdad, la felicidad dura muy poco, luego pasa algo y ya no eres feliz, pero puede que al cabo de poco vuelvas a ser feliz, aunque sea un rato, para volver a dejar de serlo, y volver a ser feliz, así es la vida, si no, supongo que sería un poco aburrida...
Por lo tanto, yo creo que deberíamos aprovechar los momentos en que somos felices, y los que no lo somos, hacer lo posible para volver a serlo... sea como sea.

Anónimo dijo...

Así es la vida, hay veces que me encantaría ahogar mis penas en alcohol, pero necesitaría ríos para acabar con esta cárcel de piel y huesos. Quizás sea porque aún soy tan joven y me esté reservando el futuro esos momentos de felicidad, encontrada tras la botella, cuando lo que hoy nos parecen montañas mañana nos parezca un granito y será entonces, cuando este cuerpo de fobias y miedos me pida evadirme como sea.
De momento living is beautiful.