sábado, 1 de enero de 2011

Con el pie derecho

Y al fin comenzó un año nuevo. Me siento, empiezo a recapacitar lo que han sido estos días, meses... Me acompaña una tableta de turrón de chocolate, aprovechando la época.

La noche fue legen -espera un momento- daria. Me han recordado que estuve a punto de caerme, acontecimiento que yo no recordaba. No hace falta que diga que me bebí hasta el agua de los jarrones. Tuve la oportunidad de disfrutar una de mis situaciones favoritas, discutir sobre política, algo muy habitual en las comidas y cenas familiares pero, pocas veces entre amigas. Lo mejor de todo es que todas opinábamos lo mismo, bueno, no en todo. Aunque este no es el tema de hoy.

He celebrado ya veinte nocheviejas y he recibido el año nuevo otras veinte veces. Es mi época predilecta, después de Semana Santa, claro está. Pero esta ha sido excepcional. No vestía nada rojo, no he tomado las uvas, aunque eso no es una novedad. Sí que tuve que comer lentejas, después de unos cinco años quizá. Las detesto.

Ayer me despertó mi hermana recién llegada de Londres con regalos para todos. Mi camiseta nueva de Abercrombie&Fitch huele espectacularmente bien, una pena que se tenga que lavar, y mi bolsa de Harrod's es tan preciosa... Mas lo que más me gustó fue la bolsa en la que venían los presentes. Algún día hablaré de ella.

La comida fue muy divertida en familia. Verme comer lentejas no tiene precio. La tarde fue aburrida entre capítulos de Cómo conocí a vuestra madre y haciendo cola para la ducha.

Una vez todos reunidos para cenar, empezamos a cervezas entre "Chispín" y yo. Lo de "empezar a cervezas" fue muy relativo, debería haber escrito "nos bebimos una cerveza". Los chuletones estaban tremendos, no sé si sería la lumbre o la mano de mi padre cocinando.

Se me olvidó comentar que mandé un mensaje extremadamente precioso, solo para esas personas extremadamente preciosas. Las respuestas fueron muy sublimes.

Después de la cena, preparando las uvas. Ya he dicho que yo no tomé uvas opté por doce cacahuetes cubiertos de chocolate. El misterio era descubrir cuáles eran cacahuetes y cuáles eran bolitas de maíz. Finalmente, todos fueron cacahuetes, por lo tanto, me espera un buen año.

Al volver a casa lo tenía muy crudo para llegar a la cama. El lentillero lo había dejado en el otro baño, al igual que el cepillo y la pasta de dientes, las toallitas desmaquillantes y las gafas. Recapitulé que los botes de líquido de las lentillas tienen un lentillero y estos están en mi armario, una menos. Siempre llevo un cepillo de dientes en la bolsita de las lentillas, otra menos. Lo peor era encontrar pasta de dientes. Sí, ir de hotel y casa rural también tiene sus ventajas cuando recoges todo lo que te ofrecen. Tenía una pequeñita pasta de dientes entre mis cosas. En el mueble estaban las toallitas desmaquillantes que las había cambiado mi hermana porque tuvo que maquillarse y desmaquillarse unas tres veces. Cuestión de suerte. Solo me faltaron las gafas, pero bueno, encontré la cama.

Qué malo es beber y dormir después. Siempre tengo pesadillas y nunca descanso como debiera. Me queda mencionar que anoche tuve una pequeña "telepatía". Justo cuando me arropé, sabía a quién tenía que darle el toque de buenas noches, lo mejor de todo es que esa persona ya lo había hecho antes que yo.

En fin, mis mejores deseos para este nuevo año y que podamos disfrutar de la compañía de esas personas que queremos. Lo que hemos dejado atrás forma parte del pasado. Recibamos al presente con todos esos errores enmendados dispuestos a no cometerlos nunca más.

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