martes, 25 de enero de 2011

No hay peor enemigo...

He perdido la costumbre de escribir. Va todo tan de maravilla que no tengo tiempo para perderlo contando las desgracias que ya no me afectan. Hace un par de semanas decidí empezar desde el principio y reforzar los pilares de la casa que estoy construyendo. Ya casi está terminada, solo queda colocar el tejado, en cuanto sepa la última calificación.

Ahora me dedico a hacer deporte. Mejor dicho, hacer deporte y comer poco, por ese motivo me dieron un aviso desde casa. ¿Qué es eso de no cenar? ¿Por qué ahora haces tanto deporte? ¿Estás tonta? Son las frases que más escucho últimamente. Aunque con mucha probabilidad podría contestar únicamente a la última pregunta. Sí, estoy tonta, de nuevo.

El tema de hoy no es ese, ni mucho menos se parece.

Me he enganchado al libro que me había dejado a medias este verano por aburrimiento. No diré cuál es porque voy a empezar a spoilear. Nadie sabe cómo ni por qué pero el protagonista, todo un hombre de buena fe, ha sido acusado de drogar a su mujer y de violar a su hija. Así, de un día para otro. Lo peor no es la acusación, sino que ha sido su mujer quien lo ha hecho.

¿Cómo es posible que la persona que más quieres te achaque de esas acusaciones? Hubo un día en que me sentí como este personaje. Yo no era culpable tampoco y se me inculpaba de algo que no había hecho, que ni siquiera se me hubiese pasado por la cabeza. La verdad nunca salió a la luz. Ni saldrá. Lo más sencillo es callar y que te cuenten los demás cómo avanza tu propio juicio lleno de mentiras y falsedades en el que tú no estás presente. Por suerte, mi abogado sí que está allí, escuchando todo y cumpliendo su función.

Una vez que decides hacer oídos sordos, lo único que guardas para esa persona que te culpa es rencor. No hay otro sentimiento para describir mejor esa sensación. Pasa a tu lado y su perfume solo te causa indiferencia. No tiene vuelta atrás.

Dudo que por mucho que intentase que todo fuera como antes, haya algo en mí que dejase a esa persona entrar en mi vida tanto como lo hizo para salir corriendo sin cerrar la puerta. 

"No hay peor enemigo que un amigo venido a menos". Y cuantísima razón tuvo quien escribió el libro al plasmar ese dicho.

Ya no puedes confiar en nadie. Cuando menos lo esperas ahí están para clavarte la puñalada más profunda que jamás hayas recibido. Por eso, no hay que fiarse ni de nuestra propia sombra.

La traición es uno de los peores defectos del ser humano. Es inevitable y se hace más a menudo de lo que se debería. Recae sobre los que más quieres y jamás podrás volver a recuperarles una vez realizado el perjurio. Se origina sin maldad para atraer a nuevas personas a nuestras vidas sin darnos cuenta de que en realidad estamos echando a otras más importantes. 

Y duele, hace daño, un pesar irreversible.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No le hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti. Si alguien te hace algo que te duele no te preocupes que ya le volverá.

Dani dijo...

el ser humano es irracional pero por algun motivo desconocido siempre acabamos haciendo daño al que nos quiere :S