martes, 11 de enero de 2011

La culpa es de la almohada

Me siento a escribir. Soy incapaz de conciliar el sueño. Se supone que anoche apenas había descansado entre nervios y demás. Además, hoy salí a correr para coger la cama con más ganas. Imposible.

Miro el reloj y apenas son las 2. El despertador sonará mañana a las 7 y yo, un día más, dormiré menos de seis horas. Malditos exámenes.

Hace unas horas leí que todos somos muy valientes cuando hablamos con la almohada. Tenemos esa increíble fuerza de voluntad y una capacidad para autoconvencernos que a veces nos asusta. Pensé que jamás lo llevaría a cabo, levantarme de la cama y... Actuar.

Todas esas cosas que tengo guardadas para decirte, hoy las vas a escuchar. Es lo que más me repito cada noche. Y no, nunca tengo el valor de realizar todo lo que me propongo cuando estoy con ella, con la almohada. He descubierto un modo de persuadirla, aún así, ella me encuentra. Trato de mirar al futuro y me veo con fuerza para plantar cara a todo lo que hoy me achanta. Seguro que el día de mañana tendré otras miles de cosas como para acordarme de lo que sucede en estos momentos. Sin embargo, me consuela saber que los que un día me ignoraron, me echarán en falta, y los que no creían en mí, acabarán lamentándose. Al menos esa es mi visión del mañana.

¿Y por qué disponemos de tantísimas ganas de comernos el mundo cuando cerramos los ojos? Es una manera de crecernos, que en la gran mayoría de las ocasiones, nunca ejerceremos fuera de esta situación.

Hace unos días, lo único que me interesaba era recuperar una persona. Estuve toda una noche dándole vueltas cómo lo iba a hacer, lo que iba a decirle, incluso había imaginado miles de respuestas que darle según su contestación. Al fin, dormí. Sonó el despertador y, por completo, todas esas ansias se habían desvanecido como si de polvo se tratase. Ya no sentía ningún interés ni por redimirla ni mucho por saber de aquella persona.

En otra ocasión, había planeado el día de estudio perfecto para sacar un par de horas y dar un paseo con la bici. Ni con esas. Amaneció, el Sol incluso ya se encontraba en su máximo esplendor, cerca del mediodía, y yo seguía con la cabeza pegada a la dichosa almohada. Mi tarde de paseo se truncó pero, tampoco afronté tantas horas como me había propuesto de estudio, creo recordar que no llegaron ni a la cuarta parte de estas.

Entonces, ¿por qué no nos levantamos de la cama en ese mismo instante en el que nos llega ese haz de coraje? Aún haciéndolo, en cuanto la cabeza y la sábana se separan, esas ganas se esfuman. Nuestros proyectos son tan efímeros en esta situación...

Aunque es realmente cuando nos damos cuenta de lo que estamos capacitados a emprender por nuestra cuenta, sin necesidad de la ayuda de nadie, sin pedir opinión, sin pensar en el qué dirán. Es cuando sale a la luz la persona que somos y que no mostramos. Todos nuestros miedos se apagan. El amanecer venció al anochecer, no obstante, advertimos que en cualquier momento el Sol volverá a ponerse.

Y yo propongo, ¿por qué no actuar? Tomamos una libreta y anotamos todo lo que nos pasa por la cabeza justo en el momento en el que nos disponemos a desconectar de la realidad. Comprobaremos que nuestros problemas no son tan graves como pensábamos, que nuestra perspectiva de futuro es mucho más bella de la que habíamos cavilado.

En fin, dediquemos un poco más de tiempo a nosotros mismos, aprendamos a querernos tal y como somos sin infravalorarnos, dejemos atrás todas esas preocupaciones y dispongámonos a soñar.

2 comentarios:

Blue Link dijo...

Conozco esa sensación de valor por la noche y pasotismo unas, miedo otras al despertar. Siente lo que quieres hacer y hazlo, no pienses tanto que las ideas tenderán a oxidarse y deteriorase (un huevo frito no tiene que ser hecho 10 horas, sólo un momento), a veces merece la pena arrepentirse de algo en vez de no haber hecho nada, ánimo que puedes conseguirlo y si tienes música a tu alrededor quizás te ayude.

Buenas noches ^^

cheshire dijo...

Me asusta lo cierto de esta pequeña historia. Me encanta como escribes y como muestras tus pensamientos.
PD: para refrescar las ideas, gira la almohada de vez en cuando. :)