jueves, 7 de julio de 2011

La reconciliación

Comienzan los preparativos para el Encuentro Internacional Calasancio y la Jornada Mundial de la Juventud. En el colegio ya hemos empezado a organizar nuestro pequeño encuentro. Lo de pequeño es relativo, somos casi 250 participantes de nueve países distintos de los diez en los que las Religiosas Calasancias aportan día a día su granito de arena. 

Nos han pedido una pequeña muestra de nuestra tierra y ¿¡qué mejor que bailar una jota manchega!? Esta misma tarde nos pusimos manos a la obra. Somos un poco patosos pero en este mes vamos a dar todo de nosotros para que salga lo mejor posible.

Aunque no sólo nuestros preparativos son para hacer la mejor de las actuaciones o disfrutar todo lo que podamos durante esos días. Tenemos que disponernos para la gran fiesta de la fe, debemos limpiar nuestros corazones y pensar en lo que vamos a encontrar allí. 

No es sólo la experiencia de los diez días compartidos. Muchos de los que allí estaremos hallaremos el sentido de nuestras vidas, descubriremos lo que Él tiene para cada uno o una pequeña muestra de ello.

Hasta hace unos meses, creía que ya no me quedaba más por descubrir hasta que Él llegó y se mostró de una forma diferente a lo que estaba acostumbrada dando todo el sentido que mi vida necesitaba. Ahora sé que, pase lo que pase, no volverá a irse de mi lado, si es que algún día lo hizo.

Unos días atrás, sentía que caminaba sola de nuevo. Tan fuerte fue la sensación que me refugié en lo que no debí y caí. Desde el primer contacto supe que eso no era para mí, que lo que me aportaba sólo era pasajero y yo necesitaba, y necesito, algo duradero, algo que pueda darme lo que busco, que me lleve a la verdadera felicidad. En cuanto fui consciente de ello, me eché a llorar y salí corriendo.

Nunca había estado tan arrepentida como aquel día. Es posible que nunca llegue a perdonármelo, pero ya no hay remdio. No se puede volver atrás el tiempo y corregir los errores. Hay que seguir adelante aprendiendo de ellos.

Es lo más normal que, como humanos que somos, cometamos faltas. Ahí está nuestra conciencia para darnos cuenta de ello y remendarlo. No hay que avergonzarse, sólo hay que reconocer nuestras debilidades, pedir ayuda, ser fuertes y poco a poco acabaremos con nuestros pequeños quebraderos.

En estos escasos cuarenta días empezaré por mi examen de conciencia, seguido del dolor de mis pecados, reforzando mi propósito de no volver a caer en el error hasta que comparta mis faltas para empezar a cumplir mi penitencia. Mi única intención es reconciliarme sinceramente con Él después de todo este tiempo. 

Siento que me necesita más que nunca.

No hay comentarios: