domingo, 15 de mayo de 2011

Felicidad, qué bonito nombre tienes

Cuando parecía que todo iba sobre ruedas, vuelve a aparecer. No sé por qué lo hizo ni cómo yo me atreví a saludarle después de todo el rencor que le guardaba. No sería tanto como pensaba.

En cuestión de unos minutos, mi cabeza se había vuelto a perder. Cuando por fin todo estaba centrado, en su sitio, tranquilo, sin que nada ni nadie pudiera perturbarme, él rompió todos mis esquemas y me hizo volver a plantearme todo lo que en este tiempo había dejado atrás. 

Gracias a Dios, apenas pasó de esa noche. Me enfadé, maldije diez mil veces haberme encontrado con él y a la mañana siguiente, como si nada. Su efecto había pasado desapercibido, de hecho, hasta bien llegada la tarde no me acordé de este hecho.

Creí que todo lo que había conseguido en estos meses podría desvanecerse tan pronto, pero tal es la fuerza con la que he construido estos pilares que, aunque se den los peores fenómenos meteorológicos, nunca caerán. 

¿Qué hubiese pensado hace un año de todo esto que estoy escribiendo? Es increíble cómo me ha atrapado.

Y estoy muy segura de que nunca he sido tan feliz como lo estoy siendo ahora. Me siento más querida y más valorada que nunca y me lo demuestra día tras día con todos aquellos que siempre tienen unas palabras de ánimo para mí. Mi única preocupación es sacar el curso porque todo lo demás está hecho.

Ya no hay dudas por mucho que los demás no quieran aceptar mi decisión. Ha sido complicada y, a pesar de que aún no me encuentro totalmente preparada para ello, sé que es lo que más feliz me hace. He encontrado todo lo que siempre había deseado.

Pocos lo entienden y cuando hablo de ello, nadie quiere creerlo. No es una opinión, es una decisión.

Y sé que la vida da muchas vueltas y que es posible que esto sea sólo una preparación. Aún es pronto para confirmarlo. No es algo que se eche a suertes y que se tome a la ligera. Es algo muy meditado que, con unos meses, no es suficiente.

Estoy empezando a descubrir muchísimas cosas que antes pasaban desapercibidas a mi alrededor. Muchas cosas que me demuestran que la vida merece la pena y que después de los malos momentos, llegan otros mucho mejores, cuestión de apreciarlos.

1 comentario:

BEATRIZ dijo...

Es una actitud buena, mantenerse en pie, preparada para lo que sucede y pueda suceder.
Recorde una experiencia similar en mi vida. Mi tristeza tocaba fondo cuando me dije, así no se puede vivir, tengo que hacer algo: compré un libro de meditación y a pesar de que eso nunca ha sido lo mío, la meditación me vino bien, fue un gran descanso. Tarde o temprano se recobran fuerzas María.

Saludos.