lunes, 9 de enero de 2012

La verdadera felicidad

Hoy me he sentido como Jesús cuando con doce años decidió quedarse en el Templo para acabar angustiando a sus padres. Teniendo en cuenta que estoy a punto de cumplir diez años más que los que tenía Jesús mis padres no se han preocupado tanto.

Llevaba todo el día en chándal, sentada frente al ordenador unas veces y otras, con un libro en la mano. Aunque ya estaba planeando mi escapada, no podía perderme el Bautismo. 

Llegó la hora. Salí de casa sin avisar y sin que nadie pudiera escuchar mis pasos. Como día ocho que es, necesitaba ir a la iglesia más próxima para hacer la habitual limpieza

Finalmente no pudo ser, ya que la escasez de "síes" ha llevado a que en la parroquia tan sólo haya un sacerdote que preside la Eucaristía y rara vez se encuentra otro en el confesionario. Mañana será otro día.

Ha sido la primera vez que iba sola a la Celebración estando en casa, sin que nadie me acompañara, y soledad es lo que menos he sentido.

En la homilía el sacerdote recordó esas palabras que tanto me gustan... "María guardaba y meditaba todo en su corazón."

Una vez en casa, mi madre no tardó en buscarme a la habitación y preguntar por mi pequeña escapada. "Has ido a confesar, ¿verdad?" Me conoce como nadie.

Después de la anécdota recordaba como Madre Mª Eugenia, durante los días de Ejercicios, nos invitaba a contar a los demás lo que habíamos vivido. Nos encanta compartir aquello que nos hace felices para que los demás puedan vivir lo que nosotros, ¿es que Dios no nos da felicidad? 

Estoy deseando compartir con todos los planes que Él tiene para mí...

2 comentarios:

Àngel dijo...

Paciencia querida María, ten paciencia. :)

María dijo...

Gracias, Àngel. Mi paciencia anda en los límites. Me muero por saber qué será de mí el día de mañana.

Un fuerte abrazo :)