viernes, 9 de septiembre de 2011

Impulsos

Llevo un par de días intentando empezar el proyecto pero entre que no estoy muy animada y que no sé muy bien lo que tengo que hacer, no he hecho nada. Esta mañana volví a leerlo y releerlo y como no encontraba ninguna solución, me cansé de perder el tiempo y me fui directa al despacho del profesor, con tan mala suerte que no estaba allí.

De vuelta a la resi ya empezaba con los nervios típicos del primer día de clase. Salí dispuesta a encontrar la clase donde se impartiría la nueva asignatura de libre configuración en la que me he matriculado. De primeras, no está en mi edificio y el resto de campus no me ha interesado visitarlo hasta hoy.

Pregunto en conserjería por mi clase y me dan un librito para que yo lo busque y ahí no aparecía. Nombré a los profesores y les cambió la cara a las que allí estaban, les faltó llamarme loca. Según ellas, era imposible que el director de aquel edificio y la jefa de departamento de Matemáticas tuvieran una asignatura en común. En fin, les hablé de la clase que me habían dicho que era y ni eso era correcto. Aún así, me mandaron a una posible clase y sí, sí que era ésa la que yo buscaba.

Ya eran casi las cuatro de la tarde y llegó el primer compañero. Menos mal que no es tan callado como yo, enseguida me dio conversación y me puso al día de la asignatura. Unos minutos después llegaron unos cuantos más.

Estaba yo sola entre cuatro chicos hablando de su ingeniería poniendo cara de interesada a pesar de que no tenía la más mínima idea de lo que hablaban. Media hora después descubrimos que nos habíamos adelantado media hora a la clase.

Al terminar la presentación de la asignatura, seguí a mis compañeros que habían aumentado en número, suponía que saldrían a la calle porque ese edificio parecía un laberinto con tanto pasillo y tanta puerta y yo sola me habría perdido. 

Bajaba las escaleras cuando un compañero se acercó y me preguntó el nombre y demás preguntas que se suelen hacer cuando conoces a una persona. Para terminar se ofreció a llevarme a casa en coche y yo no supe poner otra excusa como la de que prefería ir andando, que apenas salía de casa y no andaba. Creo que aunque dije lo que de verdad sentía, sonaba a excusa mala malísima. Anda, que ir a ligar el primer día de clase...

Ya en la resi hablaba con mi madre por teléfono y le comentaba que hoy era día ocho y según mi penitencia, tenía que pasar por el confesionario. Ella decía que eso era muy exagerado ir todos los días ocho concretamente de cada mes. Antes de esto, ya tenía pensado ir a la pequeña iglesia que tenemos al lado pero como la conversación estaba siendo tan amena, ella no daba mucha importancia al hecho y yo no estaba muy convencida de ello, iba a esperar en la habitación leyendo una revista hasta la hora de la cena.

Ella me contaba que preparaba la cena para los sacerdotes que había invitado esta noche a casa, ya que a uno de ellos le habían destinado y querían despedirse. Yo, mientras tanto, escuchaba las campanas avisando de que en apenas cuarto de hora tendría lugar la Eucaristía.

- Bueno, ¿ya no me cuentas nada?
+ Ya te he contado todo.
- Pues mañana nos vemos. ¡Hasta mañana!

Pensando que todavía estaba a tiempo de ir a la iglesia, aunque no confesase, me vestí deprisa y me fui. No sabía lo que me encontraría, nunca antes había sentido curiosidad por entrar ahí. Salgo por la puerta de la resi y veo que una de las hermanas toma la misma dirección que yo. 

Solo fueron unos pocos metros pero ella tuvo tiempo para contarme su operación de juanetes detalle a detalle. Una vez dentro, ella me dijo que me quedase atrás si no quería ir delante con ella. Yo, vi dos confesionarios, uno ocupado y el otro... ¡Libre! No me lo pensé y me fui de cabeza.

Gracias a Dios, ahora puedo decir que me encuentro limpia. He tenido una pequeña charla muy interesante, como nunca antes, que me ha servido un montón y además estaba cumpliendo la penitencia que me había impuesto el padre Guillermo durante los días en Madrid.

La Misa era oficiada por un sacerdote bastante mayor que, por despiste, estuvo a punto de rezar dos veces el Padrenuestro. Éste era el hecho que comentaba a la salida con la hermana de vuelta a la residencia. Me preguntó por mis estudios y se "quejaba" de que la habían destinado a Santa Cruz de Tenerife. No lleva ni un año en Ciudad Real y ya tiene que volver a hacer las maletas pero como es la voluntad de Dios, bienvenida sea.

Para terminar el día, como viene siendo costumbre en esta semana, nos juntamos la mayoría de las residentes a ver la tele o alguna película. Lo mejor de todo es que las hermanas con las que compartimos el día a día allí están con nosotras intentando pillar el hilo de la serie.

2 comentarios:

Angelo dijo...

Me encanta todos los detalles que has usado para describir tu aceptación a la situación.La frase "como es la voluntad de Dios, bienvenida sea" es para hacer un rato de oración. Gracias
¡Me ha fascinado el post!
Un saludo afectuoso

María dijo...

Gracias, Angelo. Por fin, una se da cuenta poco a poco de los motivos que le llevan a seguir luchando día tras día. Mi vida empieza a tener sentido.
Un abrazo