martes, 7 de diciembre de 2010

Yo lo llamo "día-ciprés"

Es un día extraño el que acaba de terminar. No ha ocurrido nada que merezca la pena nombrar, salvo que volví a degustar tarta de Santiago, mi favorita.

Utilicé todo el agua caliente esta mañana cuando me duché, además, me arreglé el pelo con delicadeza. Lo enjaboné y eché un poco de suavizante, para salir a la calle y recogerlo porque realmente no me apetecía llevarlo suelto. El arroz tan típico de todos los días festivos no hizo mucho por alegrarme el día, aparte que el cordero de hoy no estaba de mi agrado. Me dispuse a hacer la maleta. No aguantaba ni un solo minuto más en casa. 

Los comentarios de la comida fueron como puñaladas para mí, aunque a ellos les pareciesen nada más que un par de minutos de chistes, sin gracia. Parece ser que no me habrán dolido tanto cuando he optado por quedarme un par de días más aquí.

Suena "Castillos de naipes" que tampoco hace por motivar el día. En mi vida tampoco ha cambiado nunca nada. He decidido coger los apuntes y empezar a estudiar. ¿Gana de ello? Ninguna.

Los montones que tenía de ropa opté por recogerlos. Únicamente quedan las bolsas de aseo y un par de zapatos. Solo pensar que me esperan un par de semanas así... Creo que soy la única persona que está mejor fuera de su propia casa que en ella. Qué triste.

La mascota ya no tiene ninguna diversión para mí. La música es tan repetitiva... Podría decir que esta es la conclusión de un día pésimo. Siempre me quedará la esperanza de decir mañana será otro día...

No hay comentarios: