No me gusta mi actitud. No estoy conforme con lo que pasa a mi alrededor. ¡Cómo si pudiera controlarlo! Estos días están siendo complicados. Pensé que me bastaría por mí misma, pero no es así.
Estoy perdida, más que nunca. Tenía una meta y se ha chafado por completo. Ya ni se me pasa la idea de intentarlo. Vale que ni siquiera haya puesto de mi parte por ello, las causas imposibles no me motivan. Sé que merecía la pena intentarlo pero cuando no se tiene fuerza para luchar por ello, no hay nada que hacer. Qué cobarde soy.
Me justifico pensando que no era para tanto, que si espero vendrá algo mejor, aunque es posible que no venga, que haya pasado mi oportunidad. Siempre me dijeron que me arrepintiese de las cosas que había hecho y nunca de las que dejé por hacer.
Ando desmotivada, en todos los aspectos. Levantarse sin ilusión es de las peores sensaciones que ojalá no vuelva a repetirse. Sin embargo, son estos los momentos malos que necesitas para empezar a valorar los buenos, los buenísimos.
Si esto es como la economía, supongo que de aquí a unas semanas estaré de nuevo en la cresta de la ola y no hundida hasta el fondo como hoy lo estoy. Y sin motivo aparente. Nunca lo hay. Solo que se necesita humedecer los ojos para saber que siguen ahí, que sienten, que sufren, que perciben. Es una pena que los oídos no hagan lo mismo de tantas escuchas como hacemos a lo largo del día y que algunas llegan a doler más que una puñalada.
A día de hoy me siento abandonada. Pocos son los que están permanentemente, los que no son intermitentes, los que día tras días siempre tienen algo que aportar y cuando fallan una sola vez, se nota, se les echa de menos. Al igual que los que llegan, dejan huella y salen corriendo. Parece que traen algo más y sólo pasan a saludar. Quizá sean mis altas expectativas en ellos, acostumbro a equivocarme en la mayoría de veces.
Además, hoy, me he pasado de buena. Tan buena he sido que parecía mala. Muy contradictorio pero cierto. Me gusta tratar a los demás como me gustaría que lo hiciesen conmigo, pero hoy se me ha ido de las manos. A nadie le gusta recibir un 'no' por respuesta y es complicado ponerlo bonito. Es más, es imposible que suene bien. Ése es uno de mis principales defectos.
No tenía intención de escribir nada, ni me apetecía, pero me ha venido bien. Me siento un poco mejor. Hoy voy a dormir tranquila y relajada.