jueves, 17 de enero de 2013

Enhorabuena, abuelo

Y yo que pensaba que hoy sería un día especial... Nada nuevo, como siempre todo sigue igual, incluso peor.

Hace ya tiempo que esto me resulta muy pesado, no sé hasta cuándo podré aguantar. Creo que he sido demasiado buena, me he portado lo mejor que he podido y sigo sin ser correspondida. Además, ahora me piden algo muy importante para mí que no voy a ser capaz de llevar a cabo, es más, me niego rotundamente. Ni si quiera sé cómo se le pudo ocurrir tal barbaridad.

A pesar de todo, hoy estaba decidida a dar el paso y no sé muy bien por qué al final no ha salido la cosa como esperaba. Mejor, no acababa de convencerme. Quizá más adelante... O mejor seguir guardando el sentimiento tan hondo que no pueda escaparse. Sabes que yo te sigo echando de menos y no hay momento del día que no piense en ti. Seguro que todo sería mucho mejor si estuvieras aquí.

Me gustaría escapar, salir corriendo y no mirar nunca hacia atrás. Olvidar todo lo olvidable y tan solo recordar aquellas historias que me supieron a poco. Ir lejos, empezar de nuevo.

Me canso, no puedo más.

Sé que no voy a cambiar el mundo, tampoco pretendo hacerlo. Me conformo con ser feliz a mi manera, sin obstáculos, siendo libre.

Te prometo que no te fallaré.

domingo, 6 de enero de 2013

La noche que dejó de ser mágica

Es día de Reyes, día de dormir temprano, aunque en casa es todo lo contrario. Al vivir tan cerca de la entrada del pueblo, los Reyes dejan bajo los zapatos los regalos casi a la vez que se pasean en la cabalgata.

Como cada año, salimos a recibirles y escuchar su típico mensaje de portarse bien y estudiar más. Hoy me ha llamado la atención cómo Baltasar, que confesaba haber venido desde República Dominicana, pedía a los niños que dejasen los vicios, especialmente el tabaco. Los mayores son los que deberían aplicarse el cuento.

Esta noche he conseguido sentirme como una niña y he guardado esa sensación para poder revivirla en cualquier momento a lo largo de este año, hasta la próxima vez.

Ahora que casi todos somos mayores, no sé si queda algo de ilusión. Hace un par de días compraba acompañada de mi madre mi regalo y el regalo "importante" lo llevo usando un par de semanas. Este día ya no es lo que era si no fuera por la pequeña de cinco añitos que ha pasado toda la cena intentando ponerle las extensiones a su nueva Barbie.

Esta mañana, durante la comida, mis padres intentaban hacer memoria de sus regalos de cuando eran niños pero apenas hablaban de mazapanes y material escolar. Está claro que los tiempos han cambiado.

La segunda parte de nuestros regalos es una ruta turística por las rebajas de las tiendas de Madrid. Lo que decía, ¿dónde quedó la ilusión?

Éste era mi día favorito, siempre había una princesa Barbie debajo de mi zapato. Con el tiempo, todas mis muñecas están guardadas en una caja, desnudas, despeinadas, algunas ya sin pelo... Era lo que más deseaba en el mundo. De hecho, a día de hoy, si visito un centro comercial, lo primero que hago es buscar la sección de juguetería, disfrutar viendo estas muñecas en sus cajas y horrorizarme cuando las niñas de hoy sueñan con esas "cosas" tan feas que parecen monstruos.

A pesar de todo, me hace muy feliz que este día hayamos cenado juntos gran parte de la familia.