lunes, 7 de noviembre de 2011

Bon, je suis...

Monique es mi vecina de pasillo, tan solo nos separa una habitación. Siempre coincidimos en el comedor, ella recoge los platos sucios mientras yo estoy comiendo pero hay tiempo para intercambiar sonrisas de complicidad. Apenas lleva viviendo dos meses en España y le cuesta hablar castellano aunque lo entiende casi a la perfección. De todas las prenovicias que han ido llegando estos meses es la que lleva la ropa más alegre y colorida, la que más llama la atención.

Esta misma tarde, mientras Ana, mi compañera de carrera, se apropiaba de mi ordenador en mi habitación, alguien golpeó la puerta. Pensé que estaríamos hablando muy alto y molestábamos o cualquier otra cosa parecida. Estaba totalmente equivocada. Quien esperaba tras la puerta era Monique.

La invité a pasar a mi habitación. Permaneció de pie, quieta, a la vez que observaba cada detalle del cuarto. Le pedí que se sentara en mi cama y yo, a su lado. Ana no tardó en salir corriendo de allí cuando Monique nos contaba el motivo de su visita... ¡Ella solo buscaba charlar!

Se arrancó confesando que quería perfeccionar su español. Lleva dos meses de clases intensivas pero la mayoría de veces solo trabaja la expresión escrita.

Monique viene de Burkina Faso, país africano donde la lengua oficial es el francés, y gracias a Dios me defiendo un poco con ella. Me contaba que tiene seis hermanos y vivía muy bien en Augadugú, aunque Ciudad Real también le gusta mucho pero no tanto el frío que hace estos días en la calle. Cuando más se ha explayado ha sido explicando lo que hace día a día, así, yo también he aprovechado para enterarme discretamente de lo que es la vida en el prenoviciado.

He tenido la oportunidad de enseñarle el significado de "echar de menos" o "echar en falta". Ha sido muy divertido cuando preguntaba, por ejemplo, si en la mesa faltaba un tenedor ella tenía que "echarlo de menos". También aprovechó para decirme que "saludara" a mi madre de su parte que nos interrumpió llamando al teléfono, a lo que tuve que aconsejarle que mejor era "dar recuerdos" de su parte. Ella apuntaba ilusionada todo lo nuevo que aprendía en una pequeña hojita de papel.

Me ha contado que estudió para maestra, que en alguna ocasión tuvo ganas de volver a su casa y que después de hacer oración cuando comparte lo vivido con las demás se limita a dar gracias a Dios para no complicarse con el idioma. Su comida favorita en España es la tortilla de patatas, aunque no sabía que estaba hecha con huevos de gallina, de hecho, se ha sorprendido muchísimo.

Preguntaba si podía venir a verme cada domingo en su hora de tiempo libre y así seguía practicando la expresión y oral y yo, encantadísima con la idea, la he invitado a venir cuando quisiera, tanto lunes, como martes, miércoles... la hora que mejor le viniese y el tiempo que ella estuviese dispuesta a compartir conmigo.

No sé si Monique solo se ha limitado a mejorar su castellano pero yo he disfrutado muchísimo de la compañía. Necesitaba sonreír, llevaba unos días malos y el ángel morenito que Dios me ha enviado ha sido la mejor medicina. Por cierto, mañana hemos quedado de nuevo para seguir "practicando español".

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